En estas horas de silencio y oración,
siento de nuevo recorres el camino
desde la cruz hasta el sepulcro,
ese profundo lugar de mi alma
donde a veces,
la mordedura de la soledad
provoca agudos quejidos,
donde estoy solo conmigo mismo,
mis penas y alegrías,
mis esperanzas y temores...
y allí estás TÚ y te encuentro
y me dices: No temas,
te tiendo mis manos abiertas...
para acompañarte en tus pesadillas.
No se el autor
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