“Una de las metáforas globales más capacitadoras que me han
ayudado en los momentos difíciles es una historia compartida por muchos oradores
en el tema del desarrollo personal.
Se trata de la sencilla historia de un
picapedrero.
¿Cómo puede un picapedrero abrir un gigantesco canto
rodado?.
Empieza por utilizar un enorme martillo con el que golpea la roca
granítica con toda la fuerza que puede.
La primera vez que la golpea no le
hace ni una muesca, no le arranca ni un trocito, nada.
Retira el martillo y
vuelve a golpear una y otra vez, 100, 200, 300 veces, sin producir una sola
grieta.
Después de tanto esfuerzo, la roca no muestra ni la más ligera
grieta, pero él sigue golpeándola.
A veces, pasa gente a su lado y se ríe de
su persistencia, cuando es evidente que sus acciones no están teniendo el menor
efecto.
Pero un picapedrero es muy inteligente.
Sabe que, por el hecho de
no ver resultados inmediatos de las acciones que realiza, eso no quiere decir
que no se esté haciendo ningún progreso.
Continúa golpeando la roca en
diferentes puntos, una y otra vez, y en algún momento, quizá cuando lleve 500 o
700 golpes, o en el que hace 1.004, la piedra no sólo se astilla, sino que se
abre literalmente por la mitad.
¿Ha sido ese único y último golpe el que ha
abierto la piedra?
Desde luego que no.
Ha sido la presión constante y
continua que ha aplicado al desafío al que se enfrentaba.
Para mí, la
aplicación consistente de la disciplina es el martillo capaz de romper cualquier
canto rodado que esté impidiéndole el paso por el camino de su progreso”.
Extraído de “Controle su destino“
Anthony
Robbins
ISBN 84-293-2420-3