En este sentido, ¿cuál es la
situación que traviesa al individuo del 2012? ¿Cómo influyen en la salud física
y mental las crisis económicas, la contaminación ambiental y la falta de
políticas públicas en la prevención de enfermedades? La salud entonces ¿no sólo
depende de uno mismo?
Hay ciertas variables que todo
individuo puede preveer y controlar. Establecer una rutina saludable basada en
realizar actividad física de manera periódica e implementar una dieta
equilibrada, son dos parámetros esenciales para lograr el objetivo. Pero, hay
algunas cuestiones que se escapan de su propia voluntad. Una de ellas es el
estilo de vida del siglo XXI. Largas e intensas jornadas laborales, caos en las
calles, tráfico en las aceras, el trajín acelerado de las grandes ciudades y la
sobre ocupación permanente, son algunas de las causas más frecuentes del stress,
uno de los males de la época.
Uno de lo países emblemas en
su padecimiento es Estados Unidos. Según un estudio realizado por Dr. Paul
Rosch, presidente del American Institute of Stress, el 43% de los adultos de ese
país padecen stress. Sus consecuencias no sólo afectan la salud mental sino
también inciden sobre el organismo.
El autor del estudio ha
comprobado que el stress se ha convertido en el problema de salud más común y
puede ser causante de enfermedades pulmonares y cardíacas y además, genera
envejecimiento prematuro.
Otro de los padecimientos que
signan la posmodernidad es la obesidad. En la actualidad prácticamente el
planeta en su totalidad se encuentra signado por el sobrepeso, siendo el quinto
factor principal de riesgo de defunción en el mundo. Además, más de 22 millones
de niños menores de cinco años son obesos o tienen sobrepeso. De ellos, 17
millones viven en países en desarrollo.
En este marco, ¿cuáles son los
hábitos alimenticios del 2012? ¿El contexto favorece o perjudica la promoción de
una dieta saludable? La actualidad está signada por la falta de tiempo. El
estilo de vida acelerado e intenso del individuo del siglo XXI, ha generado que
la comida rápida sea la opción que el individuo tenga más a mano para combatir
el hambre de forma instantánea, aunque perjudicando su salud.
Pero, ésta no es la única
variable social en la cual el contexto se presenta como desfavorable para el
combate de la obesidad y el sedentarismo. En una entrevista al diario El País,
la Dra. Mar Garrido, secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la
Obesidad, advierte de la responsabilidad del mercado: “Conocemos los hábitos
para combatir el exceso de peso, pero estamos inmersos en una sociedad un tanto
perversa, que ofrece lo contrario de lo que recomienda. El bombardeo de
publicidad de productos no saludables afecta a los hábitos, sobre todo de los
más pequeños. Además, el progreso está asociado al sedentarismo. Ni para subir
la ventanilla del coche tenemos que ejercitar los músculos del brazo”.
La incidencia de la industria
alimenticia y del Estado es fundamental para cambiar pautas y hábitos con
respecto a la alimentación ya que hoy la obesidad es una epidemia a nivel
mundial.
Otra de las variables que
inciden sobre la salud de nuestra época, es la “crisis”. La recesión
protagonizada por varios países del mundo ha provocado en sus habitantes una
serie de patologías vinculadas directamente, con la caída de la economía. La OMS
confirmó esta afirmación a partir de un estudio en el que concluyó que en las
regiones en crisis, la salud de su población ha empeorado notablemente. Por
ejemplo, en España desde 2008 el 85% de los españoles tiene problemas de
insomnio.
Además, la OMS reveló que en
los países en crisis, se incrementaron los índices de personas que sufren
problemas de salud como: las patologías por la acumulación de estrés, el aumento
del consumo de benzodiacepinas , problemas de caída de cabello, problemas de
piel, ataques de ansiedad y enfermedades del estómago.
Ser un individuo consciente y
responsable de la importancia de llevar una vida saludable es fundamental para
la prevención de enfermedades. Pero, también es radical que el contexto
socio-cultural acompañe y ayude a su población a poder lograrlo. Los sectores
privados y estatales tienen en sus manos el desafío de crear un nuevo contexto,
uno más sano.