La ficción y la realidad han
construido sus historias en torno al amor romántico. Desde la niñez más
temprana, la idea de enamorarse locamente es una utopía que ninguna realidad se
ha podido llevar. Luego el tiempo, nos puede demostrar que los príncipes azules
destiñen y las heroínas piden el divorcio.
Pero, no hay cuento, fábula o
realidad que haya hecho del amor una especie en extinción. Aunque los expertos
titulen a la posmodernidad como “la era del vacío” o un tiempo de “amor
líquido”, todavía hay hombres y mujeres buscando encontrarse.
Aunque, lejos de la utopía
romántica, la ciencia también ha hablado de amor. A partir de una serie de
investigaciones encabezadas por Helen Fisher, antropóloga e investigadora del
comportamiento humano en la Universidad de Rutgers, el enamoramiento encontró su
análisis fáctico.
La experta estadounidense
comparó al amor romántico con el “trastorno obsesivo compulsivo” ya que se
asemejaría en sus características. “Estar enamorado es como si alguien acampara
en tu cabeza”, asegura. Los pensamientos repetitivos son la norma del amor. Es
decir, quien está enamorado piensa el 95% del tiempo en su sujeto de deseo.
Fisher explicó además, que el
amor incita la segregación de dopamina, un estimulante natural que libera
nuestro organismo en situaciones placenteras. Las investigaciones encabezadas
por la antropóloga dieron cuenta que durante el enamoramiento el amante sufre
una deformación perceptiva; agranda las virtudes e ignora las falencias; las
adversidades estimulan la pasión y las separaciones disparan la ansiedad.
Una de las conclusiones más
interesantes de su estudio es la que derriba del mito “sólo existe un amor en la
vida de cada persona”. En el marco de su investigación comprobó, que son siete
las veces que se llega a enamorar un hombre o una mujer, en promedio.
Fisher publicó estas
conclusiones en su libro “Por qué amamos: Naturaleza y química del amor
romántico” y sus descubrimientos formaron parte de una investigación que se le
realizó a 49 hombres y mujeres que no sólo fueron entrevistados sino también
pasaron por un escáner cerebral. Con el fin de estudiar las conexiones
cerebrales del amor romántico las personas estudiadas se encontraban atravesadas
por distintas situaciones sentimentales: 17 que acababan de enamorarse
locamente, 15 que acababan de romper la relación, y 17 que afirmaban estar aún
enamorados después de 21 años de matrimonio. Una de las ideas centrales que
comprobó la investigadora es que el amor romántico es mucho más fuerte que el
impulso sexual. El comienzo o el fin de una relación implican los sentimientos
más profundos que el ser humano pueda conocer.
Fisher no está sola en sus
teorías. Larry Young, Profesor de la Universidad Emory de Atlanta, en Estados
Unidos en un artículo publicado por la revista Nature, coincide con su visión.
Para el experto, el amor y las “adicciones”, no son muy distintas: “se duerme un
20% menos, se está más activo y se come en menor medida. Además, hay un exceso
de energía, euforia y ansiedad.”
Otro tema sobre el cual ambos
profesionales han investigado es la gran pregunta que todo ser humano se formula
en algún momento, ¿cuánto dura el enamoramiento? Ambos expertos coinciden el
amor romántico en estado puro dura entre 12 y 18 meses.
Pero, más allá de las frías
estadísticas en un mundo en el cual se investiga hasta el amor, los niños y
niñas siguen soñando con príncipes azules y heroínas mágicas; y los adultos a
pesar de los errores, las malas elecciones o los amores frustrados, siguen
eligiendo ser amados por quien tiene esa entrañable locura de considerarnos
especiales, únicos e irrepetibles.
El sentido del amor, la
realidad y la ficción lo han buscado, quizá sólo haya que vivirlo.