PAZ para no romper nuestra amistad con Dios, ni nuestros deseos de armonía con los que nos rodean. Donde hay encuentro personal con Dios, hay serenidad alrededor. Dios es amor.
María, con su propia existencia, nos indica un camino: el equilibrio.
FORTALEZA ante la adversidad. Para acompañar al que pasa horas amargas, y para enfrentarnos sin temor a nuestras propias responsabilidades.
María, con su "sí", nos empuja a ser exigentes con nosotros mismos.