'No te inquietes por las
dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir
más o menos sombrío.
¡Quiere lo que Dios quiere!
Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades, el sacrificio de tu alma
sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su Providencia. Poco importa
que te consideres un frustrado, si Dios te considera plenamente realizado a su
gusto.
Despreocúpate, confiando
ciegamente en ese Dios que te quiere para Sí, y que llegará hasta ti aunque
jamás lo veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más firmemente agarrado,
cuanto más decaído y triste te encuentres. ¡Vive feliz! ¡Te lo suplico!
Que nada sea capaz de quitarte tu
paz, ni la fatiga psíquica, ni tus fallos morales. Haz que brote, y conserva
siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma, coloca,
antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te
llene de la Paz de Dios.
Recuerda:
Cuanto te reprime o inquieta es
falso.... Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de
Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrado y triste. ¡Adora y confía!'