Hasta la década de los '60 circuló a escasos metros el ferrocarril que unía esta playa con La Plata y Buenos Aires.
En 1827 Luis Castells pasa a ser propietario de la Estancia Punta Lara. En 1907 comienza la edificación del Palacio que fue inaugurado en 1910. Francisco Piria, uruguayo, lo adquiere en 1925 con el propósito de transformar la zona en un importante balneario, donde vivió hasta fines de los años ´30. Al no poder concretarlo, regresa a su país, y funda Piriápolis. En 1947, el Palacio y las 141 hectáreas que lo rodean pasan a manos del Gobierno Provincial por donación de la familia Piria, para uso residencial de los gobernadores. Esto no se concretó. Durante algunos años funcionó una colonia de vacaciones para niños huérfanos. Fue cedido a la Municipalidad de Ensenada, que perdió sus derechos por no poder hacerse cargo de su recuperación. Declarado Monumento de Interés Histórico Provincia.
El del Piria es un caso grave. Si bien quedan algunos vestigios de lo que alguna vez fue un imponente palacio, allá en los primeros años del siglo XX, la suerte de uno de los edificios más antiguos de Punta Lara parece estar echada. Aunque legalmente dependa del gobierno provincial, la mansión se encuentra desde hace décadas sin que nadie se haga cargo de su mantenimiento.
"Es una joya arquitectónica que se está cayendo a pedazos", reconocía en 2003 Liliana Espósito, secretaria de gestión pública de la Comuna de Ensenada, y agregaba que ese municipio "no puede hacer nada para recuperarlo. Primero porque legalmente no le corresponde. Y segundo, porque tampoco tenemos los recursos necesarios".
En la actualidad, la mansión está literalmente convertida en un depósito de escombros y, por lo tanto, dándole la espalda a su propia leyenda.