1/6/2012 Illia en
pijamas 15 Nov. 2010 | por
Alfredo Leuco
El sábado, en su
glorioso recital, Jairo contó una vivencia estremecedora de su Cruz del Eje
natal. Una madrugada su hermanita no paraba de temblar mientras se iba poniendo
morada. Sus padres estaban desesperados. No sabían que hacer. Temían que se les
muriera y fueron a golpear la puerta de la casa del médico del pueblo.
El doctor Arturo Illia se puso un sobretodo sobre el pijama , se
trepó a su bicicleta y pedaleó hasta la casa de los González. Apenas vio a la
nenita dijo: “Hipotermia”. “No se si mi padre entendió lo que esa palabra rara
quería decir”, contó Jairo. La sabiduría del médico ordenó algo muy simple y
profundo. Que el padre se sacara la camisa, el abrigo y que con su torso desnudo
abrazara fuertemente a la chiquita a la que cubrieron con un par de mantas. “¿No
le va a dar un remedio, doctor?”, preguntó ansiosa la madre. Y Arturo Illia le
dijo que para esos temblores no había mejor medicamento que el calor del cuerpo
de su padre.
A la hora la chiquita empezó a recuperar los colores. Y a las 5
de la mañana, cuando ya estaba totalmente repuesta, don Arturo se puso otra vez
su gastado sobretodo, se subió a la bicicleta y se perdió en la noche.
Jairo dijo que lo contó por primera vez en su vida. Tal vez esa
sabiduría popular, esa actitud solidaria, esa austeridad franciscana lo marcó
para siempre. El teatro se llenó de lágrimas. Los aplausos en la sala denotaron
que gran parte de la gente sabía quien había sido ese médico rural que llegó a
ser presidente de la Nación. Pero afuera me di cuenta que muchos jóvenes
desconocían la dimensión ética de aquél hombre sencillo y patriota. Y les
prometí que hoy, en esta columna les iba a contar algo de lo que fue esa leyenda
republicana.
LA LEYENDA REPUBLICANA
Llegó a la presidencia en 1963, el mismo año en que el mundo se
conmovía por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy y lloraba la muerte del
Papa Bueno, Juan XXIII. Tal vez no fue una casualidad. El mismo día que murió
Juan XXIII nació Illia como un presidente bueno. Hoy todos los colocan en el
altar de los próceres de la democracia.
Le doy apenas alguna cifras para tomar dimensión de lo que fue
su gobierno.
El Producto Bruto Interno (PBI) en 1964 creció el 10,3% y en
1965 el 9,1%. “Tasas chinas”, diríamos ahora.
En los dos años anteriores, el país no había crecido, había
tenido números negativos. Ese año la desocupación era del 6,1%.
Asumió con 23 millones de dólares de reservas en el Banco
Central y cuando se fue había 363. Parece de otro planeta. Pero quiero ser lo
mas riguroso posible con la historia. Argentina tampoco era un paraíso.
El gobierno tenía una gran debilidad de origen. Había asumido
aquel 12 de octubre de 1963 solamente con el 25,2% de los votos y en elecciones
donde el peronismo estuvo proscripto.
Le doy un dato más: el voto en blanco rozó el 20% y por lo tanto
el radicalismo no tuvo mayoría en el Congreso.
Tampoco hay que olvidar el encarnizado plan del lucha que el
Lobo Vandor y el sindicalismo peronista le hizo para debilitarlo sin piedad. Por
supuesto que el gobierno también tenía errores como todos los gobiernos. Pero la
gran verdad es que Illia fue derrocado por sus aciertos y no por sus errores.
Por su histórica honradez, por la autonomía frente a los
poderosos de adentro y de afuera. Tuvo el coraje de meter el bisturí en los dos
negocios que incluso hoy más facturan en el planeta: los medicamentos y el
petróleo. Nunca le perdonaron tanta independencia. Por eso le hicieron la cruz y
le apuntaron los cañones.
Por eso digo que a Illia lo voltearon los militares fascistas
como Onganía que defendían los intereses económicos de los monopolios
extranjeros. Él lo dijo con toda claridad: a mi me derrocaron las 20 manzanas
que rodean a la casa de gobierno.
Nunca más un presidente en nuestro país volvió a viajar en subte
o a tomar café en los bolichones. Nunca mas un presidente hizo lo que el hizo
con los fondos reservados: no los tocó. Nació en Pergamino pero se encariñó con
Cruz del Eje donde ejerció su vocación de arte de curar personas con la medicina
y de curar sociedades con la política. Allí conoció a don González el padre de
Marito, es decir de Jairo. Atendió a los humildes y peleó por la libertad y la
justicia para todos.
A Don Arturo Humberto Illia lo vamos a extrañar por el resto de
nuestros días. Porque hacía sin robar. Porque se fue del gobierno mucho mas
pobre de lo que entró y eso que entró pobre. Su modesta casa y el consultorio
fueron donaciones de los vecinos y en los últimos días de su vida atendía en la
panadería de un amigo.
Fue la ética sentada en el sillón de Rivadavia. Yo tenía 11 años
cuando los golpistas lo arrancaron de la casa de gobierno. Mi padre que lo había
votado y lo admiraba profundamente se agarró la cabeza y me dijo: - Pobre de
nosotros los argentinos. Todavía no sabemos los dramas que nos esperan.
Y mi viejo tuvo razón. Mucha tragedia le esperaba a este bendito
país. Yo tenía 11 años pero todavía recuerdo su cabeza blanca, su frente alta y
su conciencia limpia.
Los mismos que derrocaron a Illia, hoy quieren destituir a Cristina.
Para quienes vivieron aquellos sucesos, con solo tener un poquito de memoria, deberían hoy saber, de qué lado está el enemigo.
Como ridiculizaban los medios de desinformación al Presidente radical
El golpe contra Illia, los medios y el papel de “la” Embajada
“El 28 junio de 1966, un golpe militar, con la anuencia de sectores civiles, políticos y sindicales y una fuerte campaña previa de los medios de información –como la que soportaron Yrigoyen en 1930 y Perón en 1945 con resultados distintos–, depuso al presidente radical Arturo Illia.”
(…) “Al igual que en golpes anteriores, la desestabilización empezó mucho antes y los medios de la época tuvieron mucho que ver en ello, en especial los periodistas Mariano Grondona, Bernardo Neustadt y Mariano Montemayor, como señala Miguel Angel Taroncher en su libro sobre la caída de Illia. Esos periodistas contribuyeron “como parte integrante del poder mediático, a la campaña de prensa sobre la base de coincidentes mensajes críticos contra el gobierno” radical”.
(…) “Las principales instituciones empresarias, por su parte, estaban también disconformes con lo que consideraban una excesiva intervención del Estado en la economía. Un documento inédito de la UIA hablaba de “la burocratización total de la vida económica [...] que conduce gradual pero persistentemente a la absorción de la empresa privada por el Estado [...]”. La misma “toma varias formas pero, para las actividades más importantes, casi siempre se resuelve en la obligada transferencia de la propiedad del empresario privado al Estado”. Estos conceptos parecían dejar traslucir que el gobierno de Illia era una antesala del de Fidel Castro. (Ponencia de la UIA para la XXII Asamblea de Aciel a realizarse del 4 al 6 de junio de 1966.)
Mariano Grondona, gestor del golpe en numerosos artículos, señalaba dos días después de haberse producido, las razones del mismo: “Arturo Illia no [había comprendido] el hondo fenómeno que acompañaba a su encumbramiento: que las Fuerzas Armadas, dándole el Gobierno, retenían el poder. El poder seguía allí, en torno de un hombre solitario y silencioso [el general Onganía]. [...]. Siempre ha ocurrido así: con el poder deUrquiza o de Roca, de Justo o de Perón. Alguien, por alguna razón que escapa a los observadores, queda a cargo del destino nacional. Y hasta que el sistema político no se reconcilia con esa primacía, no encuentra sosiego”. El gobierno había cometido el error de creer que gobernaba cuando en realidad los votos de la elección de Illia seguían siendo botas.
Pero la incógnita principal fue el rol que Estados Unidos jugó en el golpe. Dos años antes, en 1964, el gobierno de Washington había tenido una influencia decisiva en la caída del presidente brasileño Joao Goulart, a quien consideraban un “extremista”.
(…) “Por supuesto, los servicios de inteligencia norteamericanos estaban bien informados sobre los planteos golpistas y sus principales protagonistas. Así lo testimonia un cable de la CIA al presidente norteamericano Lyndon Johnson, que se encuentra en los archivos de su presidencia, localizados en Austin, Texas. Allí se daba cuenta de la decisión de los altos mandos militares argentinos de promover el golpe para el mes de julio, aunque la acción podía adelantarse si la “crisis económica” se acentuaba. El informe reseñaba la “responsabilidad” y “seriedad” de los objetivos del futuro gobierno militar y enumeraba entre los involucrados a los generales Juan Carlos Onganía, Julio Alsogaray, Alejandro Lanusse y Osiris Villegas (CIA, 2/6/66, Country Files, Argentine Memos, Vol. II, Box 6).
Finalmente, el levantamiento militar tuvo lugar el 28 de junio y el gobierno surgido de la decisión golpista se autodenominó “Revolución Argentina”. El “caudillo” soñado porGrondona fue nombrado presidente con el objetivo primordial de mantenerse mucho tiempo en el poder: “un dictador es un funcionario para tiempos difíciles”, afirmaba el inefable periodista”.
“Al igual que en golpes anteriores, la desestabilización empezó mucho antes y los medios de la época tuvieron mucho que ver en ello, en especial los periodistas Mariano Grondona...
Mariano Grondona, gestor del golpe en numerosos artículos, señalaba dos días después de haberse producido, las razones del mismo: “Arturo Illia no [había comprendido] el hondo fenómeno que acompañaba a su encumbramiento: que las Fuerzas Armadas, dándole el Gobierno, retenían el poder.
Finalmente, el levantamiento militar tuvo lugar el 28 de junio y el gobierno surgido de la decisión golpista se autodenominó “Revolución Argentina”. El “caudillo” soñado por Grondona fue nombrado presidente con el objetivo primordial de mantenerse mucho tiempo en el poder: “un dictador es un funcionario para tiempos difíciles”, afirmaba el inefable periodista”.
Cualquiera que sepa un poquito de Historia argentina sabe quién fue y es MARIANO GRONDONA: un golpista con todas las letras.
Lo que dice Grondona en el video es propio de un golpista. ¿Y vos estás de acuerdo en lo que dice?
La "manchita" que le asusta a Grondona a mí me entusiasma. Y esa "manchita" cosechó, hace siete meses, el 54 % de los votos (pequeño detalle).
Y no la van a poder "extirpar" porque esa "manchita" que crece, la defiende un pueblo que ha encontrado el camino correcto para concretar sus más caras aspiraciones.
Los doscientos imbéciles de Recoleta y otros pocos barrios de la Ciudad de Buenos Aires que salieron a golpear las cacerolas, sin poder articular una oración y sin poder expresar un argumento válido para "su protesta" NO SON EL PUEBLO. Esos son lo peor de la Derecha argentina.
Entendiéndanlo bien (vos, Grondona y los caceroleros de Recoleta) ESTAMOS EN DEMOCRACIA y hay que respetar las reglas del juego.
Si ustedes quieren que Cristina no esté más en la Casa Rosada, deberán esperar a las próximas elecciones presidenciales, para probar suerte de nuevo.
Pero ... yo que vos, tampoco me haría muchas ilusiones para el 2015.
Hacia 1955, el segundo gobierno de Perón debía afrontar una dura oposición. Esta se manifestaba no solamente en actos partidarios, sino también en intentos de golpes de Estado (1951, encabezado por Menéndez), explosivos (abril de 1953, en una concentración en Plaza de Mayo) y atentados contra locales partidarios del peronismo. El origen de tan férrea oposición de los sectores más ricos tenía que ver con los intereses económicos que el gobierno popular había afectado. El plan de gobierno era una mejor redistribución del ingreso hacia los sectores más pobres. El I.A.P.I. (Instituto Argentino Para el Intercambio) era el organismo encargado del comercio exterior (exportaciones). Este ente compraba toda la producción del campo y la vendía al exterior a un excelente precio. De esta manera desactivaba el monopolio agroexportador y podía (con el excedente) impulsar la industria liviana y pesada y mejorar los servicios públicos, caminos, etc. Por supuesto esto le generó el odio de la Sociedad Rural. La punta de lanza de la oposición era la Iglesia. Alrededor suyo se habían nucleado varios partidos: socialistas, radicales, conservadores (y aun comunistas). La Iglesia se hallaba enfrentada con el gobierno debido a la creciente influencia que tenía el peronismo sobre la juventud, a través de la U.E.S. (Unión de Estudiantes Secundarios). La U.E.S. era el lugar en donde los jóvenes podían juntarse para practicar deportes, artes y desarrollar acciones políticas. Además los Campeonatos Evita movilizaban a muchos niños y jóvenes que recorrían el país de costa a cordillera por primera vez y recibían además atención médica gratuita, ropa y todo lo necesario para el desarrollo personal. Antes esto, la Iglesia temía perder influencia y por ello se volcó en contra del gobierno. Perón dobló la apuesta impulsando la Ley de Divorcio, el reconocimiento legal de los hijos extramatrimoniales y el recorte de los feriados religiosos reemplazándolos por feriados sindicales. Por otra parte, el gobierno ejercía el control de los medios públicos de comunicación (con excepción del diario La Nación) y la excesiva propaganda oficial jugaba más en contra que a favor. El sustento político de Perón era la clase trabajadora que había mejorado sensiblemente su situación desde 1945 con aumento del salario real, viviendas, mayor poder adquisitivo, jubilaciones, vacaciones pagas, aguinaldo, voto femenino, etc. Ante esta situación la oposición utilizaba cualquier ocasión para manifestar su rechazo a las políticas de gobierno. El 11 de junio de 1955 se organizó la tradicional celebración religiosa de Corpus Christi. El evento se transformó a su término en un acto político. Un grupo numeroso se separó de la marcha y se dirigió rumbo al Congreso. Allí se izó una bandera del Vaticano y apareció quemada una bandera argentina, en un confuso episodio. Se produjo un choque con las fuerzas policiales. El 16 de junio (cinco días después de la marcha de Corpus Christi) el gobierno pensaba realizar un acto de desagravio a la bandera. El acto contaría con un desfile aéreo. Lo que pocos imaginaban era que la conspiración estaba en marcha y la Marina utilizaría el evento para intentar matar a Perón. Pensaban que eliminando al caudillo popular se terminaría el peronismo. En la mañana del 16 Franklin Lucero (general leal a Perón) le advirtió al presidente que había movimientos extraños y le aconsejó trasladarse al Ministerio de Ejército. Efectivamente el intento de golpe estaba en marcha. No sólo se hallaban involucrados hombres de las armas, sino también civiles como el “socialista” Américo Ghioldi (premiado luego durante la dictadura con un cargo político), Miguel Ángel Zavala Ortiz (radical unionista), Oscar Vichi (conservador), Mario Amadeo (nacionalista católico). Los fondos para el golpe los aportaba el grupo Bemberg; Lamuraglia, Gainza, Paz (ex propietarios del diario La Prensa, “exiliado” en Estados Unidos). También varios “comandos civiles” participan del intento golpista, entre ellos Mariano Grondona. Ese mediodía en vez de aviones homenajeando a la bandera, aparecen otros (de la marina) dispuestos a matar: primero a Perón y luego al pueblo. A las 12 y 40 cae la primera bomba. La Casa Rosada recibe este primer impacto. El intento de matar a Perón queda claro. Es importante que las nuevas generaciones presten atención el grado de criminalidad de la oposición. Se han llenado muchas hojas y derramado demasiada tinta hablando acerca del supuesto “autoritarismo” peronista. Sin embargo, los únicos que levantaron sus armas en contra de la patria, en contra de la Constitución y del pueblo fueron los pretendidos “democráticos”. Por primera vez en su historia, la Plaza de Mayo era bombardeada...Y vergonzosamente por fuerzas del propio estado en un intento de golpe... Una de las bombas dio de lleno sobre un vehículo de transporte repleto de gente. Los despedazados cuerpos de escolares y trabajadores se esparcen por el centro de Buenos Aires. La noticia del bombardeo pronto llega a oídos de la población. La clase obrera (que mantuvo un vínculo inquebrantable de mutua lealtad con Perón) comienza a dirigirse a la Plaza. La furia golpista no se detiene y continúa ametrallando y bombardeando Buenos Aires. Los edificios públicos cercanos a la Casa Rosada registran los impactos de los proyectiles. Autos incendiados, calles destruías completan el desolador panorama. Los aviones sediciosos luego de arrojar su carga de muerte sobre la población corren a refugiarse en Uruguay. El Ejército se mantiene leal al gobierno. El edificio de Marina en manos de los sediciosos se rinde. Ya es la tarde en Buenos Aires cuando los últimos golpistas surcan el cielo. El intento de golpe y de asesinar a Perón ha fracasado. Pero el saldo es terrorífico: 400 muertos civiles. Es la más grande masacre de la historia argentina. Presten atención a esto los historiadores nuevos o aquellos apasionados por conocer los hechos y políticas del pasado. La noche del 16 de junio, cuando aun humeaban las secuelas del bombardeo criminal, una multitud de trabajadores descargó su bronca. Identificaron a los golpistas con la reciente procesión de Corpus Christi y por eso atacaron a las Iglesias del centro. Fíjense como se escribe la historia. Halperín Donghi y sus discípulos no cesan de quejarse por el incendio de unos cuantos edificios viejos, pero no dicen mucho sobre los 400 muertos que el intento golpista dejó en la Plaza esa misma jornada. Así se escribe la historia. Para algunos historiadores son más importantes unos cuantos ladrillos viejos que la vida de cientos de compatriotas. Por la noche Perón dio un discurso intentado calmar los ánimos de los trabajadores para que no tomen venganza. Aunque podría haber fusilado a los responsables, solamente los encarceló (entre ellos un joven militar llamado Lanusse que luego ejercería la dictadura contra el pueblo). Tres meses después, el golpe de Estado derrocaría al hombre más votado de Argentina.