El
nido vacío, una oportunidad positiva
El síndrome del nido
vacío puede resignificarse en el encuentro o
el re encuentro con uno
mismo, con los sueños, las metas y los
objetivos que habían
quedado en el olvido
Es una etapa en la cual
la contradicción está a la orden del día. Si bien, los padres sienten una gran
satisfacción al presenciar como sus hijos han conseguido forjarse una identidad
vinculada al trabajo, a la propia familia o a la realización personal, la
sensación de angustia ante una nueva realidad sin ellos como parte de la vida
cotidiana, es un sentimiento casi inevitable. El “síndrome
del nido vacío” es el nombre que recibe esta conducta que experimentan los
padres cuando sus hijos parten de su casa. Los expertos coinciden en que este
síndrome me ha vuelto más frecuente en los tiempos modernos ya que hace tan sólo
algunas décadas atrás coexistían dos pautas sociales. La expectativa de vida en
la tercera edad era menor o bien, existía como pauta la familia extendida; hijos
que vivían con su propia familia en la casa de sus padres.
Además, de extenderse la perspectiva y la calidad de vida para
las personas de la tercera edad también ha cambiado la valoración y status que
se le da a los mayores. Los nuevos valores están vinculados a la productividad.
La posmodernidad trajo consigo la sobre estimación de la producción económica
como prioridad y en este contexto, la ausencia de tiempo para el ocio o la
familia es una constante. Esta es una de las variables que ha generado, entre
otras, que se acreciente una mayor cantidad casos de padres que experimentan el
síndrome del nido vacío, ya que saben que a partir de la partida de los hijos
del hogar la cantidad y calidad de tiempo para compartir será notablemente,
menor.
“Lo que sucede es que los padres que estuvieron ocupados muchos
años en la tarea de cuidar, proteger, educar y querer a los niños que trajeron
al mundo, de repente se dan cuenta que el trabajo ha concluido, no sólo porque
se van sino porque ya no los necesitan de la misma manera”, explica la Lic.
Patricia Gubbay de Hanono, psicóloga y Directora de Hémera.
El síndrome del nido vacío puede experimentarse en ambos
miembros de la pareja, pero en algunos casos puede acrecentarse con fuerza sólo
en uno, y los motivos se vinculan con los proyectos, metas y objetivos que se
tienen o han tenido en la vida individual. “Por ejemplo, el caso de una mujer
que ha dedicado su vida entera a la tarea de ser madre, la partida de los hijos
del hogar es un cambio que va a ser mucho más difícil de transitar, que alguien
que sí ha tenido un proyecto personal, amistades y actividades fuera del ámbito
familiar”, explica la Lic. Gubbay de Hanono. En este marco, si las madres tienen
proyectos e intereses personales ha desarrollar, la partida de los hijos se
atenuará y hasta puede ser una gran oportunidad para el crecimiento personal y
la concreción de áreas de la vida personal que se habían visto relegadas en una
etapa anterior.
La Directora de Hemera advierte que este capítulo en la vida
familiar puede ser una gran oportunidad para disfrutar del placer de dedicarse a
uno mismo o a la vida en pareja: “Es frecuente que cuando los hijos crecen y
dejan el hogar aparece también cierto alivio ya que los padres tienen más tiempo
disponible para dedicarse a sus propios intereses y la responsabilidad del
cuidado diario desaparece. He escuchado a padres decir que pueden dormir
tranquilos, cuando antes se quedaban despiertos hasta que llegaban sanos y
salvos a la casa después de una salida. También que tienen más dinero disponible
para pagar otro tipo de cuentas que antes no podían ni siquiera pensarse. Cuando
ellos se van ese dinero puede encontrar otros destinos como más salidas, viajes,
o simplemente ahorrar para otra etapa de la vida“.
La pareja se pone en el centro de la escena cuando los hijos
abandonan el hogar. Así, tanto las parejas que han criado a sus hijos juntos
durante veinte o treinta años o aquellos hombres y mujeres que han concretado
una nueva relación tras una separación, tienen la oportunidad de reencontrarse
en un nuevo contexto y resignificar este nuevo desafío.
Entonces, ¿cómo pueden lograr este cambio? “Deben situarse en su
nueva realidad transitándola de manera creativa, aprovechar el tiempo de manera
positiva encarando nuevos proyectos como viajes, cursos y todas esas asignaturas
pendientes que ahora pueden hacerse realidad”, recomienda la Lic. Gubbay de
Hanono.
El síndrome del nido vacío puede resignificarse en el encuentro
o el re encuentro con uno mismo, con los sueños, las metas y los objetivos que
habían quedado en el olvido. Ahora puede ser el tiempo de las causas que estaban
esperando su tiempo.
Por Eugenia
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