La piscina olímpica de Londres escenificó uno de los puntos de inflexión en la historia de la natación. Cuando Michael Phelps tocó la pared después de completar los 400 estilos, en el vídeo marcador ya figuraban tres nombres, el primero el de Ryan Lochte, el hombre que lleva camino de destronar al tiburón de Baltimore. No pudo Phelps. Por primera vez se le vio vulnerable, sobrepasado por un trío de competidores. Por primera vez en unos Juegos Olímpicos se quedó sin medalla. Una imagen dolorosa para un nadador excepcional.
Por primera vez notó una vulnerabilidad que le era ajena. No podía acelerar, se quedó sin fuerzas a mitad de la carrera. Empezó muy mal la jornada. Logró la última plaza de las ocho en juego para la final. Eso le relegó a la peor de las calles, la ocho. Arrinconado entre el italiano Luca Marin y la pared, lo intentó. Dobló en segunda posición tras los primeros esfuerzos por devorar metros en mariposa y espalda. Luego fue perdiendo fuelle. Siempre mandó Lochte (4m 05, 18s, imparable, un torpedo.
Por detrás, empezó a remontar el brasileño Thiago Pereira y, poco después, el japonés Kosuke Hagino. Phelps se quedaba atrás. Cerró con un crono de 4m 09, 28s Las cifras de una derrota en una prueba de la que había rehuido en los últimos tiempos Phelps. Es una prueba muy exigente, demasiado incluso para un nadador que no parecía tener ni rivales ni limites. Aun así mantenía la ambición de convertirse en el primer nadador en enlazar tres títulos olímpicos consecutivos en la misma distancia. No solo no pudo ser, sino que fue en esta modalidad en la que dobló la rodilla. Así se entiende un cuarto puesto para una estrella sensacional que guarda 16 medallas olímpicas de sus participaciones en Atenas 2004 y en Pekín 2008. Le queda mucha cuerda, por supuesto a Phelps, inscrito en otras seis pruebas y deseoso de superar el récord de 18 medallas absoluto en poder de la gimnasta soviética Larisa Latynina, desde 1956 a 1964.
Al tiempo que se le ve el primero signo de debilidad a Phelps, emerge poderosa la figura de su compatriota Ryan Lochte. Ya avisó en los Mundiales de Shanghái hace un año, en los que ganó a Phelps en los 200 estilos y los 200 en los 200 libre. Y a ello le sumó una victoria holgada en los 400 estilos en las pruebas calificatorias para los Juegos.
Lochte, que compite en siete pruebas en Londres, quiere arrebatarle la corona a Phelps. Para empezar se ha apuntado el primer tanto, en los 400 estilos. El pulso promete, aunque hoy competirán juntos en los relevos 4x100 libre en los que tendrán que luchar codo con codo contra el poderoso y amenazante equipo australiano del joven fenómeno James Magnussen. Rivales y aliados, Phelps y Lochte, Lochte y Phelps.
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