24/7/2012 Entre
rejas En 1961, Ernesto Sábato le rendía un homenaje a su plaza en el
mundo. El Parque Lezama fue el escenario de una de las obras más
importantes de la literatura
argentina, Sobre Héroes y Tumbas.
Eugenia Plano
www.vidapositiva.com / 24 de julio 2012.
“Un misterioso acontecimiento se produce
en estos momentos: anochece. Y todo es diferente: los árboles, los bancos, los
jubilados que encienden alguna fogata con hojas secas, la sirena de un barco en
la Dársena Sur, el distante eco de la ciudad. Esa hora en que todo entra en una
existencia más profunda y enigmática. Y también más temible, para los seres
solitarios que a esa hora permanecen callados y pensativos en las plazas y
parques de Buenos Aires”. En 1961, Ernesto Sábato le rendía un homenaje a su
plaza en el mundo. El Parque Lezama fue el escenario de una de las obras más
importantes de la literatura argentina, Sobre Héroes y Tumbas. El gran autor
argentino se sentaba largas horas del día y de la noche para inspirarse, para
escribir o simplemente, para imaginar que en ese lugar de su querida Buenos
Aires, algo podía suceder. Mágico, misterioso y digno de la espontaneidad del
espacio y el tiempo, Sábato adoraba su Parque Lezama. Y no se equivocaba. Es uno
de los sitios más emblemáticos e imperdibles de la cultura porteña. El Parque
Lezama fue protagonista de la primera fundación de Buenos Aires en 1536 y sobre
finales del siglo XVIII fue usado por la Compañía de las Filipinas que se
dedicaba a la venta de esclavos.
Su biografía cuenta con varios dueños hasta que en 1857 fue
adquirido por un terrateniente salteño llamado José Gregorio Lezama, quien al
morir en 1889 lo donó a la Municipalidad de Buenos Aires con la única condición
que lo conservara como espacio público. A partir de entonces, se llamó Parque
Lezama y su diseño estuvo a cargo del paisajista francés Carlos Thays. Sus
bellos senderos, acompañados por esculturas y monumentos, concluían en un lago
artificial, en dónde en la actualidad se emplaza el anfiteatro. Hoy el parque
Lezama es noticia. Su majestuosidad no es el motivo, sino su decadencia. Tras
décadas de deterioro por vandalismo, descuido oficial y la ausencia de toma de
conciencia a nivel ciudadano sobre la preservación del espacio público, al
emblemático espacio verde porteño lo enrejarán por completo y durante la noche
permanecerá cerrado. La decisión fue tomada por el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, y a través del Ministro de Espacio Público, Diego Santilli anunció
que la inversión para recuperar el parque será de 19.500.000 pesos.
Se estima que para finales de este año ya se encontrarán
instaladas las rejas perimetrales y se habrán restaurado las obras de arte,
esculturas y monumentos. Además, para el 2013, el Gobierno de la Ciudad
comenzaría una segunda etapa de las obras recuperando el anfiteatro e instalando
un patio de juegos. El parque Lezama abarca una siete hectáreas y su actualidad
lejos está del esplendor que relataba Ernesto Sábato en Sobre Héroes y Tumbas.
Los monumentos y esculturas fueron saqueadas o se han roto, por ausencia de
preservación. El césped sólo puede verse en algunos sectores. Sus
característicos senderos casi no pueden recorrerse porque se encuentran
obstruidos o bien, destruidos. Su anfiteatro se encuentra inutilizable y muchos
de sus bancos y bebederos están en mal estado. Además, por la noche el parque se
ha convertido en el refugio de delincuentes que comenten delitos en la zona y
encontraron allí un sitio para esconderse.
La idea de enrejar el parque Lezama es parte de un plan que en
la Ciudad ya tiene casi una década. El hurto y el daño al escenario que conforma
el espacio público llevó al cerramiento de una de cada cuatro plazas porteñas.
Cada época es dueña de su contexto histórico. Algún tiempo atrás los parques
eran el escenario de la infancia, el lugar en el mundo de las primeras citas
románticas, el sitio para imaginar o el espacio de quienes simplemente, deseaban
una tregua de la insolencia de la ciudad. Allí se albergaban los sueños de
hombres, mujeres y niños quienes hacían de las suyas, bajo la entrañable mirada
del guardián de la plaza. La casualidad nunca es la responsable de lo que sucede
y hoy en día las plazas están entre las rejas por una convergencia de diversas
causas: desidia estatal, abandono de valores tales como el respeto y el cuidado
de los lugares compartidos y una sociedad que ya no cuenta con el espacio
público como el escenario de sus acciones cotidianas, ante los hechos de
inseguridad de cada día.
Las personas se encierran, los espacios de todos se cierran. Las
rejas son un límite para una época en la cuál paradójicamente los límites están
en crisis.
www.vidapositiva.com
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
|