"Le resplandecía la sonrisa, que era una de las más
blancas y brillantes que yo he visto en mi vida. Porque
él, que por fuera todo lo tenía feo, al acabársele la
áspera cáscara del cuerpo y abrírsele el postigo de los
labios, dejaba ver la belleza de su interior, y su interior
ya empezaba en los dientes."
A.G.