SEGUNDA ESTACIÓN
Sale Jesús con la cruz a cuestas
Adoramus te, Christe, etc, como en la primera estación.
¡Y queréis, inocentísimo Jesús mío, llevar Vos mismo, cual otro Isaac, el instrumento del suplicio!
¡Estáis exhausto de fuerzas!
¡Vuestras espaldas y hombros están doloridos y rasgados por los azotes! ¡La cruz es larga y pesada!
¡Y cuanto no acrecientan todavía su peso mis iniquidades y las de todo el mundo! …
Sin embargo, la aceptáis, y besándola la abrazáis y lleváis con inefable ternura por mi amor.
¿Y aborrecerás tú, pecador, la ligera cruz que Dios te envía?
¿Querrás tú ir al cielo por los deleites y regalos, yendo allá el inocentísimo Jesús por el dolorosísimo camino de la cruz? …
Reconozco mi engaño, Salvador mío, enviadme penas y tribulaciones, que resuelto estoy a sufrirlas con resignación y alegría, por amor de un Dios que tanto padeció por mí.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Miserere nostri, etc. como en la primera estación.
Esconde, justo Padre,
La espada de tu ira.
Y al monte humilde mira
Subir el dulce Bien.
Y tú, Señora, gime
Cual tórtola inocente;
Que tu gemir clemente
Le amansará también.
Llevemos, etc.
|