Vente, niña, conmigo a la mar,
en la playa tengo un bajel;
bogaremos los dos en él:
tú serás la reina de la mar.
Con la noche la luna serena
en la playa se ve reflejar,
y a lo lejos oigo a mi morena
melodiosas canciones cantar.
Si tú me dieras un sí de amor,
yo te daría mi corazón.
Oh, qué blanca, qué salada
es la espuma de la mar;
más salados son tus ojos
y más dulce tu mirar.
No imites a las aguas,
dueña de mi corazón,
y no seas cual las olas
que como se vienen se van.