Alabado sea
Jesucristo…
El demonio es la gran traba con la que debemos contar los
apóstoles, pues se opondrá a nuestra misión apostólica y nos complicará la
vida, haciendo que las almas se entibien, caigan en pecados más o menos graves,
se enfríen y no perseveren en los propósitos y en la conversión inicial. Y con
respecto a nosotros nos pondrá multitud de pretextos para que no hagamos
apostolado, descorazonándonos, desanimándonos, e incluso amenazándonos.
Quien piensa encarar una misión apostólica sin tener en
cuenta a los demonios, ya sea porque no cree en su existencia, o porque los
subestima, está muy equivocado y no saldrá bien parado de la misión.
Porque los demonios están por todas partes y son seres
malvados que hacen el mal en todos lados. Si no contamos con esta tremenda
realidad, entonces iremos engañados por la vida, y nuestro apostolado carecerá
de su fundamento, pues justamente ser apóstol es rescatar las almas del poder
del demonio. Si no creemos en el demonio, ¿a qué se reduce nuestro apostolado?,
¿a indicar normas de convivencia o promover valores?
La misión de todo cristiano es ser apóstol, cada uno con
los medios que tenga, y según su capacidad. Pero el Señor quiere que toda alma
cristiana sea alma apostólica, y por lo tanto enemiga de Satanás y sus
demonios, a los que deberá saber enfrentar, conocer sus astucias, y conocer los
propios medios de defensa y ataque, frecuentando los sacramentos y usando los
sacramentales para protegerse él de las furias de los enemigos, y proteger
también a sus discípulos de los ataques del Mal.
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Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un
día más para adorarte y servirte. Hagamos como
decía San Agustín: Señor a Ti solo busco, a Ti
solo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte
y amarte. (Sol 1,1,). La mies es mucha y pocos son los
obreros para recogerla. Es la Palabra de Dios.
Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo dibulgo
cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de
Jesús y suplico a todos los creyentes y no creyentes, que pidan al Señor Jesucristo en oración, que no haya más guerras ni hambre en el Mundo, ni atentados terroristas ó políticos de guante blanco, y reine la Paz, así como el Amor,
en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente,
el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro
López