Alabado sea
Jesucristo…
Jesús nos propone al Padre como modelo. Sigue dando
pistas para que seamos realmente felices. Él es el mejor espejo en el que
mirarnos, “quien me ve a Mí, ve al Padre”.
El Evangelio de Mateo dice “sed perfectos”, el de Lucas “sed
misericordiosos”. Para la comunidad de Mateo, cristianos procedentes del
mundo judío, la perfección es la forma de imitar la actuación de Dios. Para la
comunidad de Lucas, cristianos
procedentes del medio pagano, la misericordia es el rasgo fundamental
del Padre, que sus hijas e hijos deben imitar.
Ser perfectos, ser misericordiosos lógicamente no significa no tener
limitaciones ni defectos. La clave es tratar de imitar la forma de actuar del
Padre/Madre: lleno de amor, bondad, ternura; amar incondicionalmente y sin
distinción, buscar el bien, la dignidad, la alegría de los demás. Como Jesús.
¡Buenos días!
El monje y el turista
El sentido de
nuestra vida no cabe en el corto espacio que media entre la cuna y la tumba.
Hay que buscarlo más allá. El Eclesiastés, con su tono sombrío, señala que las
cosas de este mundo son "poca cosa", pura vanidad. No bastan para
hacernos felices. No basta toda la prosperidad del mundo para colmar las ansias
eternas del corazón del hombre.
Un turista se encontró con un monje en
meditación y quedó impresionado por la felicidad y la paz que le inspiraba. El
turista se le acercó y le preguntó:
—¿Cómo es que Ud. que ha renunciado a todo en
el mundo, está en paz y vive feliz como si lo tuviera todo? ¿En qué se basa su
capacidad de renuncia? El monje se sonrió y dijo: —También yo me asombro de la
capacidad de renuncia de los hombres del mundo. Pues yo sólo renuncio a cosas
perecederas a cambio de tesoros de valor infinito, mientras que ellos renuncian
a lo infinito por banalidades y cosas perecederas.
Triste suerte la
de quien sólo trabaja para vivir, pero no sabe para qué vive. Triste suerte la
de aquel que ha hecho del "tener y retener" el objetivo de su vida.
Dichoso, en cambio, el que, mientras gana su pan o acrecienta su fortuna, sabe
hacer del trabajo una ocasión de servicio al prójimo y de cooperación con el
proyecto de Dios. La Palabra del Señor te ilumine.
Padre Natalio