Aunque a veces parezca imposible ganar la batalla a los abusos de las empresas más contaminantes, lo cierto es que existen esas pequeñas-grandes victorias: es el caso de los indígenas de la República de Komi (Rusia) que han conseguido que la petrolera que ha estado contaminando sus tierras tenga que rendir cuentas frente a la justicia.
Lukoil, la compañía que estaba detrás de importantes derrames contaminantes en la región, ha sido condenada al pago de una multa de 20 millones de dólares por sus malas prácticas ambientales.
Estos derrames fueros investigados por Greenpeace, y confirmados por un fiscal local de protección de la naturaleza, que presentó el caso a los tribunales rusos y consiguió demostrar a la petrolera que no están por encima de la ley.
Greenpeace asegura que la multa no es la solución al problema, pero que “es un gran paso en la defensa del medio ambiente”.
Jon Burgwald, responsable de la campaña del Ártico de Greenpeace, asegura que “los problemas parecían imposibles de superar . Literalmente, podía oler el petróleo y los productos químicos […] en casi todas partes que miraba, me encontraba con la visión de los árboles muertos y la tierra cubierta de petróleo. Todos los peces habían desaparecido y el hielo de los ríos estaba teñido de negro”.
Los habitantes de Komi obtenían el agua de esos mismos ríos. En numerosas ocasiones se veían obligados a trabajar para las mismas compañías que estaban destruyendo su tierra, su naturaleza y su modo de vida.
El desastre se había prolongado durante tres décadas sin que el gobierno ruso hiciera caso de las reclamas, y sin consecuencias para la compañía petrolera.
Esta es una pequeña victoria de unas necesidades mucho más ampliar para todo el Ártico, pero es sin duda un gran logro para los habitantes de Komi.
Burgwald asegura que gracias a esta medida existe “esperanza de un futuro mejor para una región que está sufriendo uno de los impactos más duros del petróleo en el Ártico”.
Alba Sánchez Serradilla
Redacción
Fuente: Greenpeace