Querida madre:
A veces nuestra luz se apaga y se vuelve a encender
por una chispa de una madre, y yo tengo demasiados motivos
para recordarte con profunda e inmensa gratitud
por haber encendido "mi llama interna"
en muchas oportunidades.
Gracias a ti, por haberme enseñado que la vida es un regalo,
y que hay que vivirla con pasión,
ya que vivirla por vivirla no significa que uno esté vivo.
Por haberme enseñado a no depender de otros para ser feliz,
ya que siempre me decías que la felicidad debía de buscarla
en mí mismo.
Por haber despertado en mí el placer por el trabajo,
lo cual me permitió descubrir para qué nací.
Por haberme enseñado a amarlo, sin importar lo inteligente que uno pueda ser.
|