Por: Andrés Ospina. Escritor y realizador de radio/ @elblogotazo

Bogotá multicolor, sepia y monocroma. Bogotá anaranjada de atardecer, cuando el sol de los venados viene y se posa por aquí, calcándonos la Circunvalar al óleo.

Bogotá verde cerros orientales, que de lejos lucen azules. Bogotá verde kikuyo, verde esmeralda y verde Guatavita. Verde semáforo, verde de hambre y verde de envidia. Bogotá de viejos verdes, ruborizada y pálida.

Bogotá verde guascas. Verde cilantro. Verde yerbabuena. Verde cannabis. Bogotá ingenua y por tanto verde esperanza. Bogotá de olas verdes… solución insuficiente de movilidad y espejismo electoral vía redes sociales.

Bogotá rojo ‘cachiporro’ o azul ‘chulavita’. Mamerta. Ultraderechista. Camaleónica. De azucarados liberales, junto a amoratados embutidos que en la tienda de don Joaco exhiben. Bogotá en pintura y latonería.

Bogotá color Zabriskie Point. Color arco iris tornasolado de Chapinero. Color raspado. Color violeta algodón de azúcar. Color cereza globo de helio. Bogotá con lengua tatuada de paleta de mora.

Bogotá albiazul y cardenal. Bogotá color pardo copetón. Millonaria. Santafereña. Bogotá azul de metileno, violeta de genciana y mercurio cromo amanecer. Bogotá patiamarilla y amarillo tiendas Éxito. Blanca y mestiza. Negra y afroamericana. Bogotá de negras conciencias, negras intenciones, listas negras, novelistas negros y tinta negra tipo tabloide. De manos negras y señores matanzas.

Bogotá rojo achiote para tinturar arroces o gallinas radioactivas, tan amarillas como la franja superior de la bandera capitalina o como nuestra prensa. Bogotá rojo TransMilenio, Avianca, distrital, Drogas La Rebaja, o naranja institucional de otrora. Bogotá colorida de peces neón, payaso o ‘guppy’ de velo en la 54 con Caracas.

Bogotá color mural, ‘stencil’ o ‘graffiti’. Color vitral de Seminario Mayor. Color bombas infladas de pigmentos y estalladas contra edificios en la Séptima, cuando hay marcha sindical. Bogotá dorada y de ElDorado, color Museo del Oro.

Bogotá color astromelia, magnolia, hortensia y diente de león. Color losas pulidas de Lourdes. Vestida de gris para una postal. De gris niebla que desciende desde Cruz Verde. De gris ratón en panaderías o alcantarillas. De gris cliché romántico. De gris Torres de San José, azul Paulo VI (estilo ‘De pies a cabeza’), amarillo Villa del Prado, blanco Universidad Nacional, mármol cevichería o ladrillo Torres del Parque. Bogotá color piedra Avenida Jiménez.

Bogotá color cantera. De nubes químicas y dióxidos plomizos que escapan desde Puente Aranda. De blanco, espumoso e infecto Salto de Tequendama. Bogotá rosa y LGBTI. Iluminada, a rubicunda bombilla, en zona de tolerancia. De carnicería y asadero, con bayetilla roja. Bogotá ‘The Color Run’… Pintuco, Terinsa y Lumitón.

Bogotá Prismacolor color piel, Mirado n.º 2, Berol y Magicolor… ¡Doble punta! ¡Doble color! Bogotá crayola y temperas de preescolar. Bogotá mockusiana color zanahoria. Bogotá Pink Tomate, verde Hospital San Juan de Dios, o pastel La Candelaria.

Bogotá en Cinemascope, Tecnicolor, Pantone, Cromadeportes de Cromavisión, HD, LCD (o LSD), plasma, pixelada o Betacam. Bogotá del ‘Colorido del deporte’ y ‘Los colores de la fama’. De elefantes blancos. De mamuts rosas. De escarabajos dorados. De pasaportes verdes o vino tinto. Bogotá amarillo maíz, urea, Selección o chicha. Bogotá color granito, cielo, pavimento y subsuelo.

¡Lo pienso y me convenzo! Mal hacen quienes te han dibujado incolora o en simplista escala de grises, cuando es tu suelo imperio de matices, invisible para quien trae el espíritu daltónico.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.