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General: La Iglesia y el socialismo
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 14/01/2015 00:10

La Iglesia y el socialismo

El surgimiento del movimiento obrero moderno en la última década del siglo XIX y el período previo a la Primera Guerra Mundial fueron para el establishment religioso todo un desafío. Sin excepción, la iglesia se situó de parte de los explotadores frente al socialismo y al movimiento obrero. Para evitar la extensión de las ideas socialistas entre la clase obrera, la Iglesia católica se dispuso a dividir el movimiento obrero con la creación de sindicatos católicos separados, y organizaciones de jóvenes y mujeres para competir directamente con la socialdemocracia. La realidad es que la Iglesia copió los métodos organizativos de la socialdemocracia.

La jerarquía eclesiástica ―siempre tan atenta con los ricos y los poderosos― miraban al socialismo y al movimiento obrero con sospecha y hostilidad. El Papa León XIII en su Encíclica Rerum novarum (sobre la “condición” de los obreros) subrayaba la hostilidad del Vaticano hacia el socialismo.

“Los socialistas después de excitar en los pobres el odio a los ricos, pretenden que es preciso acabar con la propiedad privada y sustituirla por la colectiva, en la que los bienes de cada uno sean comunes a todos, atendiendo a su conservación y distribución los que rigen el municipio o tienen el gobierno general del Estado. Pasados así los bienes de manos de los particulares a las de la comunidad y repartidos, por igual, los bienes y sus productos, entre todos los ciudadanos, creen ellos que pueden curar radicalmente el mal hoy día existente... Si un hombre alquila a otro, su fuerza o su industria, él lo hace para recibir a cambio los medios de subsistencia, con la intención de adquirir un derecho real, no simplemente su salario, pero también para liberarse de él. Invertiría este salario en tierra y eso es sólo su salario de otra forma...

Precisamente en esto consiste, como fácilmente entienden todos, el dominio de los bienes, muebles o inmuebles. Por lo tanto, al hacer común toda propiedad particular, los socialistas empeoran la condición de los obreros porque, al quitarles la libertad de emplear sus salarios como quisiera, por ello mismo les quitan el derecho y hasta la esperanza de aumentar el patrimonio doméstico y de mejorar con sus utilidades su propio estado. Los socialistas... atacan la libertad de cada asalariado, para privarles de la libertad de disponer de sus salarios. Cada hombre tiene, por la ley de la naturaleza, el derecho a poseer propiedad para sí mismo...

Debe ser dentro de este derecho de sus propias cosas, no simplemente para el uso del momento, no simplemente las cosas que perecen con su uso, sino tales cosas cuya utilidad es permanente y estable.

... Siendo el hombre anterior al estado, recibió aquél de la naturaleza el derecho de proveer a sí mismo, aun antes de que se constituyese la sociedad... Cuando en preparar estos bienes materiales emplea el hombre la actividad de su inteligencia y las fuerzas de su cuerpo, por ello mismo se aplica a sí mismo aquella parte de la naturaleza material que cultivó y en la que dejó impresa como una figura de su propia persona: y así justamente el hombre puede reclamarla como suya, sin que en modo alguno pueda nadie violentar su derecho...”

El papa León XIII también escribía: “La democracia cristiana, por el mismo hecho de ser cristiana, se debe basar en los principios de la fe divina(..) Por eso la justicia de la democracia cristiana es sagrada. El derecho de adquirir y poseer propiedades no se pude contradecir y se deben salvaguardar las distintas distinciones y grados que son indispensables en cada mancomunidad bien ordenada. Es evidente, por lo tanto, que no hay nada en común entre la socialdemocracia y la democracia cristiana. Ambas difieren entre sí como la secta del socialismo difiere de la Iglesia de Cristo”.

James Connolly, ese gran marxista irlandés y mártir revolucionario, cuyas polémicas con la Iglesia católica son declaraciones clásicas de socialismo, comentaba lo siguiente: “Si uno de los chicos de las escuelas públicas no entrara en razón lo más lógico es que permaneciera en el asiento del zopenco hasta que terminara sus días de escuela. Imaginad a un sacerdote que defiende el sistema de arrendamiento de tierras como el padre Kane y el papa diciendo: ‘El hombre que ha cultivado la tierra durante el invierno y la primavera tiene el derecho a quedarse con lo que ha ganado de su propia cosecha’, e imagina que está presentando un argumento contra el socialismo. Los socialistas no defienden la interferencia en el derecho de un hombre a ‘quedarse lo que ha ganado’; además insisten enfáticamente en que a ese hombre, campesino o trabajador, no se le debería obligar a entregar ninguna parte de lo ‘que ha ganado’ a una clase ociosa cuyos miembros ‘no hacen ningún esfuerzo’, y que han conseguido adueñarse de la propiedad de la nación a través de la fuerza despiadada, el expolio y el fraude.” (J. Connolly. Selected Writtings. pp. 78-9).

El 21 de septiembre de 1958 el papa Pío XII escribía: “La multiplicidad de clases sociales se corresponde plenamente con los designios del creador”. Esto es como decir que la Iglesia considera la sociedad de clases fija, eterna y de origen divino. Sólo hay que compararla con las palabras de San Clemente (citada anteriormente) cuando escribía: “El uso de todas las cosas que se encuentran en este mundo debería ser común para todos los hombres. Sólo la injusticia [iniquidad] manifiesta hace que uno diga al otro, ‘esto me pertenece más que a ti’. De aquí el origen de la discusión entre los hombres”.

La postura de Pío XII es la misma que el antiguo himno anglicano Todas las cosas brillantes y maravillosas, que contiene las líneas bien conocidas:

“El rico en su castillo, el pobre en su barrera:
Él [Dios] hizo lo superior y lo humilde y ordenó su Estado”.

Esto es absolutamente típico de la actitud de la iglesia durante siglos: una defensa abierta del status quo y de la división de la sociedad en clases.

Posteriormente, como resultado del crecimiento del movimiento obrero y el irresistible movimiento en dirección al socialismo, la Iglesia católica se ha visto obligada a modificar su postura. El papa Juan XXIII ―el más inteligente de los papas del siglo XX― asumió una postura más progresista. Pero bajo el pontificado actual todo esto se ha convertido en su contrario.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: mary-molly Enviado: 14/01/2015 02:50


 
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