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General: LA FUNDACION DE LOS ESTADOS UNIDOS:UNA CREACION MASONICA
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Alcoseri (Mensaje original) |
Enviado: 04/01/2011 17:55 |
La Fundación de los Estados Unidos:Una Creación Masónica
El 4 de julio de 1776, los delegados de los trece Estados de Nueva Inglaterra proclamaban la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. De los trece firmantes del Acta de Independencia, nueve eran francmasones (Ellery, Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple). Idéntica condición compartían nueve de los trece delegados que rubricaron los artículos de la nueva Confederación (Adams, Carroll, Dickinson, Ellery, Hancock, Harnett, Laurens, Roberdau y Bayard Smith), así como los trece firmantes de la Constitución estadounidense (Bedford, Blair, Brearley, Broom, Carroll, Dayton, Dickinson, Franklin, Gilman, King, McHenry, Paterson y Washington). La gran mayoría de los congresistas que ratificaron dichos acuerdos eran igualmente miembros de la hermandad masónica, lo mismo que la práctica totalidad de los mandos del ejército republicano que combatió a las tropas realistas de la metrópoli inglesa. La influencia de la francmasonería se haría patente desde el principio en todos los ámbitos del incipiente Estado, modelando sus componentes ideológicos y políticos e inspirando buena parte de su simbología. Inmediatamente después de proclamar la Declaración de Independencia, el Congreso reunido en Filadelfia adoptó una resolución encargando a John Adams, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson la confección del sello oficial del nuevo Estado. A tal efecto, cada uno de los tres miembros del comité sugirió un diseño para el sello de la Unión. Jefferson propuso una imagen que representase al pueblo de Israel marchando hacia la Tierra Prometida. Franklin proyectó una alegoría en la que aparecía Moisés conduciendo a los israelitas a través del Mar Rojo. John Adams, por su parte, se inclinó por un tema de la mitología griega que representaba a Hércules. A estas primeras propuestas se les fueron añadiendo las de sucesivos comités hasta que, finalmente, fue aprobado el diseño definitivo propuesto por el secretario del Congreso, Charles Thomson, maestre de una logia masónica de Filadelfia dirigida por Benjamín Franklin. El reverso de dicho sello no era (es) sino una transcripción de la simbología iluminista. En su parte central figura una pirámide truncada de trece escalones, el último de los cuales contiene una fecha escrita en caracteres romanos: MDCCLXXVI, esto es, 1776. Coronando la cima de la pirámide aparece un triángulo radiante con un ojo en su interior. Tal ideograma era el símbolo de los Illuminati de Baviera, y el que figuró en las portadas de los textos jacobinos más radicales durante la Revolución Francesa. El reverso del Gran Sello incluye también dos leyendas, una en su parte superior, circundando el triángulo, que reza "Annuit Coeptis", y otra en su parte inferior, que circunda la base de la pirámide y dice "Novus Ordo Seclorum". Los trece escalones de la pirámide representan a los trece Estados firmantes de la Declaración de Independencia. La leyenda "Annuit Coeptis" se traduce como "(él) ha favorecido nuestra empresa", refiriéndose al ojo encerrado en el triángulo, que representa a una fuerza providencial cuya naturaleza será mejor dejar para otra ocasión. Esta consigna refleja fielmente esa especie de mesianismo pseudorreligioso que ha impregnado desde sus comienzos la idiosincrasia nacional estadounidense. No será necesario extenderse aquí sobre las pretensiones "salvíficas" de ese país, pretensiones que se han venido manifestando como una constante prácticamente desde su nacimiento. De ahí los innumerables atropellos "libertadores" cometidos por tan emérita nación sobre sus vecinos continentales del sur, por no hablar de los perpetrados contra los nativos amerindios, y de ahí sus ínfulas contemporáneas que le llevan a erigirse en faro de la humanidad, pese a tratarse una de las sociedades en las que con mayor virulencia se manifiestan todas las lacras de la patología occidental. Aunque justo es reconocer que también se trata de uno de los pocos países, por no decir el único, en el que aún subsiste una prensa independiente digna de ese nombre, minoritaria y arrinconada, naturalmente. Entendiendo por prensa independiente, claro está, aquélla que desenmascara al Sistema en su conjunto, y no la que practica la nauseabunda farsa de censurar las irregularidades de alguna de las facciones políticas que lo componen, santificando simultáneamente al Sistema que está por encima de todas ellas. En cuanto a la otra frase del sello, "Novus Ordo Seclorum", su traducción correspondiente vendría a ser "El Nuevo Orden de los Siglos" o "El Nuevo Orden de las Eras". Como podrá apreciarse, las referencias a un Nuevo Orden y a una Nueva Era, tan recurrentes a todo lo largo de la época moderna, no son nada nuevas. Esta frase, tomada del filósofo romano Virgilio, es interpretada en su sentido más superficial como una equiparación del nuevo Estado norteamericano con la antigua Roma Imperial. Pero en la simbología iluminista la leyenda en cuestión no se refiere a nada de eso, sino a la "Nueva Era de Acuario" ( otro concepto muy en boga hoy), que habrá de suceder a la Era de Piscis o Era Cristiana. Con arreglo a dicha simbología, la fecha que figura en el Gran Sello norteamericano, 1776, que es la fecha en la que tuvo lugar tanto la Declaración de Independencia como la fundación de la Orden de los Iluminados, marca el inicio de un período de 250 años durante el cual deberá consumarse la transición de la Era de Piscis a la de Acuario. Y en esa transición, tal y como pensaban los diseñadores del Sello, los Estados Unidos desempeñarían un papel determinante. Un buen colofón de todo lo apuntado hasta aquí podría ser la carta que el propio George Washington le escribiera en 1798 al pastor protestante G.W. Snyder, y en la que se expresaba en estos términos: "Yo no tenía la intención de poner en duda que la doctrina de los Iluminados y los principios del jacobinismo se habían extendido en los Estados Unidos. Al contrario, nadie está más convencido de ello que yo. La idea que yo querría exponeros era que yo no creía que las logias de nuestro país hayan buscado, en tanto que asociaciones, propagar las diabólicas doctrinas de los primeros y los perniciosos principios de los segundos, si es que es posible separarlos. Que las individualidades lo hayan hecho, o que el fundador o los intermediarios empleados para crear las sociedades democráticas en los Estados Unidos hayan tenido ese proyecto , es demasiado evidente para permitir la duda". Como culminación del proceso, en 1945 otro hermano francmasón, el presidente Franklin Delano Roosevelt, ordenó que el reverso del Gran Sello norteamericano se imprimiera en la cara posterior del billete de dólar, sin duda el lugar más idóneo. Todo un símbolo de la religión humanista del poder y del dinero que impera en la actualidad y que tiene sus centros de culto en la Sala de Oración del Capitolio, en el Templo del Entendimiento de Washington y en el Salón de Meditaciones de la ONU. Desde el primer presidente de la nación, George Washington, iniciado en la logia Fredicksburg nº 4 de Virginia, y con el tiempo Gran Maestre de la logia Alejandría nº 22, quince han sido sus sucesores en la suprema magistratura de los Estados Unidos que han vestido el mandil francmasón: James Monroe, presidente de 1817 a 1824. Maestre de la logia Williamburg nº 6 de Virginia. Andrew Jackson, presidente de 1829 a 1836. Gran Maestre de la logia Harmony nº1 de Nashville (Tenessee). James Knox Polk, presidente de 1845 a 1849. Maestre de la logia Columbia nº 31 de Tenessee. James Buchanan, presidente de 1857 a 1861. Maestre de la logia nº 43 de Lancaster (Pensilvania). Andrew Johnson, presidente de 1865 a 1868. Grado 33 del rito escocés. James Garfield, presidente en 1881. Grado 14 en la logia Mithras de Washington. William McKinley, presidente de 1897 a 1901. Caballero del Templo en la logia Canton nº 60 de Ohio. Theodore Roosevelt, presidente de 1901 a 1909. Maestre en la logia Matinecock nº 806, de Oyster Bay (Nueva York). William Howard Taft, presidente de 1909 a 1913. Gran Maestre de la masonería de Ohio. Warren G. Harding, presidente de 1921 a 1923. Grado 33 en la fraternidad nº 26 de Ohio. Franklin Delano Roosevelt, presidente de 1933 a 1945. Grado 32 del rito escocés. Harry S. Truman, presidente de 1945 a 1953. Gran Maestre de la masonería de Missouri y, posteriormente, grado 33, el máximo de la organización. Lyndon B. Johnson, presidente de 1963 a 1969. Iniciado en la masonería de Tejas. Gerald Ford, presidente de 1974 a 1977. Miembro de la logia Columbia nº 3 de Washington e Inspector General Honorario del grado 33. Y George Bush, grado 33 del Supremo Consejo, además de Gran Carnicero de Panamá y Gran Devastador de Irak, aunque este tipo de títulos no suelan ser reconocidos oficialmente por la filantropía francmasónica. Esto no es más que una muestra de la presencia de la francmasonería en la vida pública estadounidense, ya que la nómina de todos los adeptos pertenecientes a las altas esferas económicas, políticas y sociales sería, por su extensión, imposible de reproducir aquí. Junto a las logias adscritas al rito escocés, es decir, a las Constituciones de Anderson, y en estrecha relación con las mismas, opera en los Estados Unidos otra masonería con identidad propia agrupada en torno a la Logia B'naï B'rith y reservada exclusivamente a los ciudadanos de origen judío. Esta entidad, cuyo peso e influencia en las altas esferas del Poder serán analizados más adelante, cuenta con ramificaciones distribuidas por 47 países, y el número de sus afiliados supera la cifra de 600.000. De cualquier modo, el hecho de pertenecer a la logia B'naï B'rith no impide la militancia de sus miembros en otras logias de la masonería regular, cosa, por lo demás, harto frecuente, si bien el flujo en sentido inverso no es posible. Por otro lado, el papel desempeñado por los francmasones judíos en la fundación y desarrollo de la masonería norteamericana fue, desde los mismos inicios de ésta, más que notable.Y nada mejor para constatarlo que acudir a la valoración efectuada sobre ese particular por la publicación Jurisdiction Sud, boletín oficial del rito escocés reservado a los adeptos, en cuyo número correspondiente a marzo de 1990, el francmasón de grado 32 Paul M.Bessel escribía lo siguiente: "Los judíos han estado activamente vinculados a los inicios de la francmasonería en los Estados Unidos. Numerosos detalles prueban, en efecto, que ellos estuvieron entre los fundadores de la francmasonería en siete de los trece Estados primitivos: Rhode Island, New York, Pennsylvania, Mayland, Georgia, Carolina del Sur y Virginia". "Un francmasón judío, de nombre Moisés Michael Hays, fue el primero que introdujo el rito masónico escocés en los Estados Unidos. Fue igualmente Inspector General delegado para la francmasonería de América del Norte en 1768, y Gran Maestre del Estado de Massachussets de 1788 a 1792". "Los francmasones judíos jugaron un papel importante en el curso de la Revolución Americana: 24 de ellos fueron oficiales del ejército de George Washington, y otros muchos ayudaron con su dinero a la causa americana. Hayim Salomon, un masón de Filadelfia que, junto con otros, contribuyó a la colecta de fondos destinados a sostener el esfuerzo de guerra americano, también prestó dinero a Jefferson, Madison y Lee". "Se dispone de pruebas de que numerosos judíos, rabinos incluidos, permanecieron vinculados al movimiento francmasón americano a todo lo largo de la historia de los Estados Unidos. Ha habido al menos una cincuentena de Grandes Maestres judíos americanos. Hoy, numerosos judíos son activos francmasones en los Estados Unidos, así como en otros países. A título indicativo, el Estado de Israel cuenta con unas sesenta logias que comprenden un total de casi trece mil miembros. Sin hablar de los afiliados a la logia B'naï B'rith". Tiempo antes, el Masonic Service Association of the United States había incluido en su publicación confidencial "Short Talk Bulletin" (vol. XLV, nº3) una lista de los Grandes Maestres judíos de la francmasonería estadounidense. Por lo demás, la relación existente en el ámbito francmasónico no es más que un reflejo de la estrecha vinculación que, a todos los niveles, se ha dado siempre entre el protestantismo norteamericano y el universo judío. Vinculación que no sólo se manifiesta en los altos círculos sociales de ese país, donde la trabazón entre la oligarquía protestante y la plutocracia judía ha sido y sigue siendo íntima, sino también en la esfera ideológico-religiosa del fundamentalismo anglosajón. Es, por lo tanto, una solemne patraña, o si se prefiere, pura intoxicación, la idea que, desde los medios voceros del capitalismo progresista, atribuye al fundamentalismo protestante norteamericano un contenido antijudaico (como muestra perfecta de dicha intoxicación léase un artículo aparecido en el rotativo El Mundo el 29-4-95 bajo el título "Del Mayflower a Forrest Gump"). Intoxicación que, como se habrá podido comprobar, arreció con ocasión del atentado de Oklahoma, un suceso a partir del cual los manipuladores de costumbre han pretendido extender al conservadurismo protestante en su conjunto los planteamientos de los supuestos autores del delito, individuos pertenecientes a unos círculos ideológicos marginales y absolutamente minoritarios en aquel país. Baste decir a este respecto que los militantes de tales grupúsculos ultras no superan en los Estados Unidos la cifra de unas cuantas docenas, cantidad a todas luces irrisoria en un territorio habitado por doscientos cincuenta millones de personas, y en el que cualquiera de las aberraciones y extravagancias que lo recorren cuenta con millares de adeptos. A título de anécdota grotesca, tampoco será ocioso recordar la intervención del presidente Clinton, que se dirigió a los niños norteamericanos que vieron las escenas de la catástrofe por televisión para mitigar el impacto traumático de tales imágenes y recordarles que "las personas mayores son buenas". Como si los niños norteamericanos no estuviesen hasta las criadillas de ver violencias y carnicerías de toda índole en la televisión de su país. Lo cierto, pues, con arreglo a los hechos, y la auténtica realidad es que los sectores más conservadores del republicanismo estadounidense simpatizan con la causa sionista con el mismo entusiasmo que lo hacen los progresistas del partido demócrata. Y tal cosa ha sido así desde los mismos comienzos de esa nación. El fundamentalismo norteamericano moderno hunde sus raíces en los puritanos pilgrims que arribaron a las costas de Nueva Inglaterra a principios del siglo XVII. Ahítos de Biblia e imbuidos de una especie de fanatismo mesiánico, los tripulantes del Mayflower y del Arbella se consideraban a sí mismos los elegidos de Dios, un concepto que, por aberrante que a la luz de los hechos pueda parecer, ha estado siempre presente en el protestantismo estadounidense. Concepciones similares a aquéllas fueron reproducidas después por "teólogos" más cercanos en el tiempo, entre los que cabría citar a John Wilson, un frenólogo londinense que en 1840 publicó un libro titulado "Our Israelitisch Origin", donde se establecían las bases "históricas" y "científicas" del mesianismo anglosajón. Según el citado autor, a raíz de las invasiones asirias un contingente del pueblo judío marchó al exilio. Con el transcurso del tiempo esos judíos exiliados se convirtieron en los escitas, que, a su vez, eran los antepasados de los sajones. Una vez establecida semejante cadena genealógica, y tras afirmar que la palabra "sajón" significaba "hijo de Israel", el tal Wilson concluyó finalmente que los ingleses eran descendientes por línea directa de la tribu judía de Efraín. Como será fácil de suponer, Wilson no estuvo sólo en esa labor de búsqueda "científica". Muy pronto sus fantasmagóricas pesquisas se vieron secundadas e incluso sobrepasadas por otros lunáticos de parecido calibre. Uno de ellos fue el reverendo Glover, que identificó al león británico con el león de Judá y, al igual que Wilson, afirmó que los ingleses descendían de la tribu de Efraín, y los galeses y escoceses de la tribu de Manasés. Poco después aparecería otro investigador similar, Edward Hine, quien en 1870 publicó una obra donde se ratificaban y ampliaban las conclusiones de sus predecesores ("The English nation identified with the lost house of Israel by twenty-seven identifications"). La primera edición de dicha obra fue seguida cuatro años más tarde de una segunda edición revisada según la cual los anglosajones ya no estaban entroncados con varias de las antiguas tribus hebreas, sino con todas ellas. Todo esto no pasaría de ser una anécdora esperpéntica si no fuera por el hecho de que tales dislates no sólo alcanzaron una considerable aceptación en su época, sino que todavía hoy se incluyen como conceptos básicos en los libros de texto del fundamentalismo protestante anglosajón. Con el declive del Imperio Británico, semejantes lucubraciones mesiánicas, tan idóneas por otra parte para servir de soporte ideológico al expansionismo y a la dominación, se afincaron en el nuevo centro de gravedad del mundo capitalista, donde encontrarían un terreno abonado para su arraigo en las mistificaciones del protestantismo pilgrim. No hará falta decir que el enemigo supremo fue identificado durante años por el fundamentalismo norteamericano con la URSS. Pero ésa no era la única amenaza que se cernía sobre tan benemérita nación. Entre algunos sectores de los más adinerados e influyentes círculos del ultraconservadurismo republicano, también estuvo extendida la idea de que la Bestia de las Diez Diademas del Apocalipsis, era la Comunidad Europea, integrada entonces por diez naciones. Aunque es de suponer que la posterior incorporación de nuevos países a la Comunidad dejaría un tanto desconcertados a tan sagaces cabalistas, que a buen seguro estarán escudriñando con redoblada atención en el esoterismo numérico en busca de nuevas combinaciones que confirmen su tesis según la cual "la CE reducirá a la esclavitud a Gran Bretaña y a Norteamérica". Otro de los elementos recurrentes del fundamentalismo protestante es el célebre Harmagedón, una idea que reviste especial importancia entre amplios sectores de la oligarquía económica y política del conservadurismo estadounidense. Así, durante la campaña presidencial de 1980, y en el curso de una alocución pronunciada ante un grupo de dirigentes del lobby judío neoyorquino, Ronald Reagan se refirió a ese tema asegurando que "Israel es la única democracia estable en la que podemos confiar en la zona donde puede llegar el Harmagedón". No será ocioso significar que uno de los mentores "espirituales" de Ronald Reagan era por entonces Jerry Falwell, destacado predicador fundamentalista y presidente de la llamada "Mayoría Moral" de los Estados Unidos, colectivo que tiempo después se integraría en la Liberty Federation. Por otra parte, las opiniones de Reagan eran compartidas por varios altos cargos de la Administración, entre los cuales figuraban James Watt, secretario de Interior, James Watkins, jefe de Operaciones Navales, John Vessey, jefe del Estado Mayor conjunto, y Caspar Weinberger, secretario de Defensa. Este último también se manifestó sobre el particular durante una conferencia celebrada en la Universidad de Harvard, donde afirmó que, por su condición de judío practicante, estaba familiarizado con los temas bíblicos, señalando su convicción de que la gran batalla del Harmagedón se libraría en la colina de Meggido, un pequeño promontorio situado a unos veinticinco kilómetros de la localidad israelita de Haifa. Por lo demás, la importancia que los postulantes del Harmagedón otorgan al territorio israelí es algo común y reiterativo en esos ambientes ideológicos, importancia que, en cualquier caso, no tiene más fundamento que sus estrafalarias interpretaciones de ciertos pasajes bíblicos. Muy distinto, por el contrario, es el criterio sobre ese respecto de quienes han sabido valorar la verdadera relevancia estratégica de dicha zona basándose en elementos de juicio bastante más pragmáticos y realistas. Tal fue el caso de Nahum Goldmann, fundador del Congreso Judío Mundial y, posteriormente, presidente de Israel, quien en el curso de la 7ª sesión plenaria del Congreso Judío Canadiense se refirió a ese tema en los siguientes términos: "El Medio Oriente, situado entre tres continentes, cruce de Europa, Asia y Africa, es probablemente la región estratégica más importante del mundo....Recuerdo que el encargado de la administración del petróleo en Norteamérica durante la guerra, el señor Ickes, me manifestó que los informes de los expertos confirmaban la presencia de más petróleo en el Medio Oriente que en toda América del Norte y Central juntas, de diez a veinte veces más. Y ustedes saben lo que el petróleo significa para el mundo. Una vez que hayamos establecido un Estado judío en Palestina, todo estará a nuestro favor.....Palestina es hoy el centro de la estrategia política mundial, y los hombres de Estado que se ocupan ahora del sionismo piensan así. Querría que los sionistas lo comprendieran. No siempre lo que se sustenta en la justicia y la honradez es lo que cuenta en este mundo. Las naciones y los gobernantes del mundo determinan su actitud con arreglo a sus intereses realistas. Esas serán las consideraciones decisivas. Todos los aspectos humanitarios del problema palestino no serán, pues, decisivos, y nosotros debemos adaptar nuestra política a los aspectos realistas del asunto".(Seventh Plenary Session, National Dominion Canadian Jewish Congress, May 31, 1947). Para concluir este breve repaso relativo a las claves mentales propias del fundamentalismo protestante estadounidense, bueno será dedicar unas palabras a la Liberty Federation, auténtico núcleo ideológico de la antigua "Mayoría Moral" y del movimiento ultraconservador actualmente encabezado por Gingrich bajo el lema del Contrato con América. Dicha Federación mantiene una especie de índice de libros proscritos en el que, a juzgar por el puritanismo exacerbado del que hacen gala sus mentores, sólo sería previsible encontrar textos atentatorios contra la moral sexual, cosa que, por supuesto, no es así. Esa hipócrita obsesión por todo lo referente al sexo es simplemente la clásica y manida fachada conservadora, de la que tan buen partido suelen sacar sus "rivales" y equivalentes de la burguesía progresista, el otro bando del muladar, que aprovechan tal circunstancia para proponer a cambio su característico repertorio de esnobismos sórdidos y para intensificar sus campañas de disolución global. Pero el meollo fundamental de ese índice de lecturas malsanas no son los panfletos pornográficos, sino las obras que cuestionan el liderazgo político y militar de los Estados Unidos, las que se muestran críticas con el culto al dinero, las que desenmascaran la "ética" de las finanzas y de las sociedades anónimas, y las que ponen en solfa el sacrosanto "liberalismo" económico. Aunque todavía hay más. Entre los libros censurados figuran títulos como "1984", de Orwel, y "Un Mundo Feliz", de Huxley, dos retratos premonitorios del totalitarismo posmoderno. También aparece en la lista negra la obra de Solzhenitsin "Un día en la vida de Iván Denisovich", uno de los más preclaros alegatos que se hayan podido escribir contra la dictadura soviética. De esta forma, con un paso hacia atrás de los fariseos piadosos, y dos hacia adelante de sus homólogos progresistas, se va culminado el proceso.
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JOHN ADAM/ADAN
¿PORQUE JOHN ADAM?
¿USTED CREE EN LA CASUALIDAD AMIGO? ¿ES CASUALIDAD O CAUSALIDAD?
ESTA TODO CODIFICADO. AL TODOPODEROSO NO SE LE ESCAPA NADA.
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The American Wisdom Series
Presents July 4, 1776
How many people know that July 4, 1776, was a benchmark not only in secular world history but in Biblical history? Did you know that it was the exact fulfillment of Bible prophecy?
It began with the covenant God made with His people at Mt. Sinai, and the conditions were these:
Leviticus 26:3 If ye walk in my statutes, and keep my commandments, and do them;
... then great national blessings would follow, vs. 4-13.
Leviticus 26:14 But if ye will not hearken unto me, and will not do all these commandments;
... then great national cursings would follow, vs. 15-22, including a punishment for "seven times".
Leviticus 26:23 And if ye will not be reformed by me by these things, but will walk contrary unto me;
[24] Then will I also walk contrary unto you, and will punish you yet seven times for your sins.
God stated that He would punish His people for "seven times" (a time is 360 years, so seven times would be 2520 years) and would scatter them among the nations if they did not follow His laws and statutes, which they did follow for awhile but then turned away. Space in this article does not permit an in-depth study of the migrations of the tribes of Israel, a subject for another time, but surely it is a foundational study essential to understanding Biblical prophecy.
You see, it is very easy to document that England represents Ephraim, a company of nations, and the United States represents Manasseh, a great people (Gen. 48). God made a covenant with Abraham that his offspring would become as numerous as the stars of the sky and they would inherit great national wealth and blessings. Those Birthright Blessings were eventually split between Joseph's two sons, Ephraim and Manasseh.
*Note: If you do not know who the so-called lost 10 tribes of the House of Israel are and where they dwell today, then contact Artisan Publishers at www.artisanpublishers.com and purchase the little booklet The Abrahamic Covenant, by E. Raymond Capt.) or log unto pamphlets #1064 and #1020 on this web site. It will get you started in the right direction... back home to your heritage!
God then repeated that He would chastise His people seven times in vs. 28:
Leviticus 26:28 Then I will walk contrary unto you also in fury; and I, even I, will chastise you seven times for your sins.
Leviticus 26:33 And I will scatter you among the heathen, and will draw out a sword after you: and your land shall be desolate, and your cities waste.
This is where it truly gets exciting! The 2520 years would commence with the captivity of each of the tribes of Israel. Challenge anyone on this! Look up the date of the captivity of the tribe of Manasseh by the king of Assyria! Again, E. Raymond Capt's booklet "The Abrahamic Covenant" or the "Missing Links Discovered in Assyrian Tablets", will give you a good start.
You will find that Tiglath-pileser III in 745 BC records the conquest of Israel and mentions the exact area where Manasseh had been settled. When you add 2520 years to this date, remembering that there is no year "0", you arrive at 1776 (and I will add "July 4th" for the reasons disclosed later in this study.) Coincidence? Not a chance! God's plan and His timetable are perfect.
I have often said that the Industrial Revolution could not, and did not, occur until the American Revolution had occurred. Why? The 2520 years had to expire and begin the time when true Israel would no longer be the "tail", but would become the "head" of the nations. Who is the head, the superpower of superpowers today?
Now let's look closely and, if we can "see", we will see God's divine "stamp" on the date July 4th, 1776.
One of the significances of this date are found in the remarkable "coincidences" surrounding the deaths of our 2nd and 3rd Presidents, John Adams and Thomas Jefferson. The following quotations are from Funk & Wagnalls Special Edition entitled "The Presidents", published by The Curtis Publishing Company, Indianapolis, Indiana, 46202:
"John Adams died on July 4, 1826, the same day as Thomas Jefferson. The following comment on the significance of this coincidence appeared in the July 8, 1826, issue of the Post: "A gentleman arrived from the Eastward, last evening, informs, that the venerable JOHN ADAMS, died at his seat at Quincy, near Boston, on the fourth of July, about five o'clock, P.M. but a few hours after the sage of Monticello!-United in the grand political concerns of life, thus in death they are not divided! The last words of John Adams were said to have been, "Thomas Jefferson still survives..." not knowing that Jefferson had preceded him in death by a few hours."
Just before he expired, John Adams remarked "Thomas Jefferson still survives". One Early American History textbook calls it, "an extraordinary statement".
Concerning Thomas Jefferson, "The Presidents" volume continues...
"On July 4, 1826 he died on the same day as John Adams, and exactly 50 years (emphasize ours) after he had written the Declaration of Independence. The death notices of the two friends appeared side-by-side in the July 8, 1826, issue of the Post. Jefferson's read: The venerable patriarch and sage, the immortal author of the Declaration of Independence, THOMAS JEFFERSON, Esq. expired at his seat, at Monticello, on the fourth of July, at ten minutes before one o'clock, just fifty years since the promulgation, in the Halls of Congress, of the Liberties of this country. His death had been looked for two or three days before it took place, as he was confined to his bed during that time by severe indisposition. He was sensible of his approaching dissolution, and prescribed the mode of his interment. Well might he have exclaimed in the language of the psalmist, "Lord, now lettest thou thy servant depart in peace, according to thy word, for my eyes have seen thy salvation."..."
Thomas Jefferson apparently "knew" two or three days ahead of time that he was going to die on July 4, 1826. Both Thomas Jefferson and John Adams died on July 4, 1826, exactly 50 years from the signing of the Declaration of Independence, within a few hours of each other! Coincidence? Not in this case.
The number 50 in Biblical numerics denotes a "Jubilee" and is comprised of 5 (the number of grace) times 10 (the number of law). Reference appendix 10 if you have a Companion Bible. The Jubilee year was the year in which all debts public and private are released and liberty is proclaimed throughout the land.
Leviticus 25:10 And ye shall hallow the fiftieth year, and proclaim liberty throughout all the land unto all the inhabitants thereof: it shall be a jubile unto you; and ye shall return every man unto his possession, and ye shall return every man unto his family.
From this verse, Leviticus 25:10, which declares the 50th year of the Jubilee, the words "Proclaim liberty throughout all the land unto all the inhabitants thereof" are taken and inscribed on our LIBERTY BELL. It is most fitting that a quote from the Book of Leviticus be inscribed on our most precious symbol of liberty. For it is in this great book, through the adherence to the laws and statutes contained therein, that TRUE LIBERTY is granted.
And so every 50 years the Liberty Bell was to be rung, i.e. the Scripture was to be fulfilled, the law from Lev. 25:10 inscribed on the Bell was to be obeyed, and "liberty was to be proclaimed throughout the land". But guess what? It wasn't proclaimed and 20 years after it should have been, it "cracked" for the second time, and the expansion of that crack rendered the Bell "Unringable". And believe it or not, it occurred on Washington's Birthday in 1846, just a few months short of the 70th anniversary of the Declaration of Independence! For those who have "eyes to see", the number 70 in Biblical Numerics denotes the "Restoration of Israel".
Did you know that at one time in this great nation in order to be a judge you had to thoroughly know both the books of Leviticus and Deuteronomy. Today the judges must make sure that they are NOT TAUGHT in our schools nor mentioned in their courtrooms. Of course the streets of our cities are not safe to walk at night, and our schools must be equipped with metal detectors and police, and so the liberties of the people have been given over to the ungodly and they "Proclaim Fear Throughout the Land".
Continuing now with the deaths of Adams and Jefferson, it also is no coincidence that John Adam's last dying words were "Thomas Jefferson still survives"... indeed a strange saying for a dying man. Why? Well, since it is not at all uncommon for those in the transition of dying to claim they see or recognize a loved one, there is little doubt that John Adams saw Thomas Jefferson in his room and together they departed for "home", mission accomplished. What was the comment published in the Post in the July 8th, 1826 edition that we read? "Thus in death they are not divided." And so they were not!
That these two great men were used by our Father to help lay the foundation of this "One nation under God" is without question or dispute. God truly blesses America, and John Adams and Thomas Jefferson were among those Presidents who certainly proved to be a blessing to this nation. Their "coincidental" death on the First Jubilee of our nation was no coincidence, for the hand of God was upon these two. For you see, the history of our great country is but a continuation of the History of the people of the Bible.
So on President's Day let us give thanks for the blessings and freedoms that we still have in this One Nation Under God and let us remember the great men who served as her President.
One more interesting note: James Monroe, the 5th President of the United States, also died on July 4th. Three of the first five Presidents of this great nation died on the 4th of July. Isn't that amazing?
The "American Wisdom Series"
is
Published by:
Rhine Publishing Co. 199 Joseph Drive Middletown, PA 17057
http://americanwisdomseries.com/July%204th%201776.html |
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NOTEN LA REFERENCIA A MANASES=ESTADOS UNIDOS=OLVIDADIZO EN LA EXPRESION DE SANTIAGO CON REFERENCIA A LA LEY
43. Santiago 1:25: Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la LIBERTAD, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
AVE MARIA
AV=ESTRELLA DE 6 PUNTAS
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John Adams
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John Adams (30 de octubre de 1735 – 4 de julio de 1826) fue el segundo Presidente de los Estados Unidos. Es considerado como uno de los padres fundadores del país.
Adams llegó a la prominencia en las primeras etapas de la Revolución Americana. Como delegado de Massachusetts al Congreso Continental, desempeñó un papel importante en persuadir al Congreso para declarar la independencia, y ayudó a Thomas Jefferson en la redacción de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776. Como representante del Congreso en Europa, fue uno de los negociadores principales del Tratado de París (1783) con Gran Bretaña, y uno de los principales responsables de la obtención de préstamos importantes de banqueros de Ámsterdam. Teórico político e historiador, Adams escribió en gran medida la constitución del estado de Massachusetts en 1780, pero estaba en Europa cuando la Constitución federal se redactó en principios similares. Uno de sus grandes papeles se dio a la hora de elegir a personas para distintos cargos: en 1775, nombró a George Washington como comandante en jefe del Ejército Continental, y, veinticinco años más tarde, nombró a John Marshall como Presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
Las credenciales revolucionarias de Adams le aseguraron dos mandatos como vicepresidente de George Washington y su propia elección en 1796 como el segundo presidente de la nación. Durante su mandato presidencial, se encontró con feroces ataques por parte del Partido Demócrata-Republicano de Thomas Jefferson, así como la facción dominante de su propio partido, el Partido Federalista liderado por su acérrimo enemigo Alexander Hamilton. Adams firmó las polémicas Actas de sedición y extranjeros, y construyó el ejército y la marina especialmente en el contexto de la guerra naval no declarada (llamada "Cuasi Guerra") con Francia, 1798-1800. El gran logro de su presidencia fue la solución pacífica de la Cuasi-Guerra frente a la oposición belicista de Hamilton.
En 1800 Adams fue derrotado en la reelección por Thomas Jefferson y se retiró a Massachusetts. Más tarde reanudó su amistad con Jefferson. Él y su esposa, Abigail Adams, fundaron una línea familiar de políticos, diplomáticos e historiadores en los Estados Unidos. Fue el padre de John Quincy Adams, sexto Presidente de los Estados Unidos. El 4 de julio de 1826 falleció a los 90 años, el mismo día del 50º Aniversario de la Declaración de Independencia. Ese mismo día, horas antes, había muerto Thomas Jefferson. Paradójicamente, las últimas palabras de John Adams fueron: "Thomas Jefferson está vivo".
Sus logros han recibido mayor reconocimiento en los tiempos modernos, a pesar de que sus contribuciones no fueron inicialmente tan célebres como las de los otros Padres Fundadores.
John Adams, Jr. fue el mayor de tres hijos.[1] Nació el 30 de octubre de 1735 en la localidad de Baintrée, situada en Massachusetts y que posteriormente cambiaría su nombre por Quincy. Sus padres fueron John Adams, Sr y Susanna Boylston.[2] El lugar de nacimiento de Adams es ahora parte del Parque Histórico Nacional Adams. Su padre, también llamado John (1691-1761), era descendiente por quinta generación de Henry Adams, quien emigró de Braintree (Inglaterra) en 1638. Él era descendiente de un galés llamado Ap Adán.[3] Su padre era un agricultor, diácono de la iglesia congregacionalista (es decir , puritano), teniente de la milicia y concejal que se dedicaba a supervisar las escuelas y carreteras. Su madre, Susanna Adams Boylston,[4] fue una descendiente de los Boylstons de Brookline.
Adams nació en una familia modesta, pero sentía profundamente la responsabilidad de vivir de acuerdo a su herencia familiar: la generación fundadora de puritanos, que llegó al nuevo mundo en la época colonial de 1630 y se estableció en América. Los puritanos de la gran migración "creían en la vida según la Biblia. La Inglaterra bajo los Estuardo era como Egipto, y ellos eran Israel huyendo ... para establecer un refugio de piedad, una ciudad sobre la colina.".[5] En el momento del nacimiento de John Adams en 1735, dogmas puritanos tales como la predestinación ya no eran tan ampliamente aceptados, y muchas de sus prácticas más estrictas se habían suavizado con el tiempo, pero John Adams "los consideraba portadores de la libertad, una causa que todavía tenía una sagrada urgencia." Fue un sistema de valores en los que creía, y un modelo heroico en el que deseaba estar a la altura.[6]
El joven Adams fue a la Universidad de Harvard a los dieciséis años de edad en 1751.[7] Su padre esperaba que se convirtiera en clérigo, pero Adams tenía dudas. Después de graduarse en 1755, fue profesor de escuela por algunos años en Worcester, lo que le permitió darse un tiempo para pensar en la elección de su carrera. Después de mucha reflexión, decidió convertirse en abogado y estudió derecho en la oficina de James Putnam, un prominente abogado de Worcester. En 1758, Adams fue admitido en la abogacía. Desde temprana edad, desarrolló el hábito de escribir las descripciones de los acontecimientos que observaba y las impresiones de los hombres están dispersas a través de su diario. Desarrolló habilidad y buen oficio como abogado, a menudo registrando casos con los que pudiera estudiar y reflexionar. Su informe de 1761 sobre el argumento de James Otis en el tribunal superior de Massachusetts, en cuanto a la legalidad de la Orden de asistencia es un buen ejemplo. El argumento de Otis inspiró a Adams para la causa de las colonias americanas.[8]
El 25 de octubre de 1764, cinco días antes de cumplir 29 años, se casó con Abigail Smith Adams (1744-1818), su prima tercera[9] e hija de un ministro de la Congregación, el reverendo William Smith, en Weymouth, Massachusetts. Sus hijos fueron Abigail (1765-1813), el futuro presidente John Quincy (1767-1848), Susanna (1768-1770), Charles (1770-1800), Thomas (1772-1832) y la niña muerta al nacer Elizabeth (1777).
Primera residencia de Adams y su familia en Baintree.
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La historia del Gran Sello y del Escudo americano permanece envuelta en brumas pero conserva, en las distintas versiones, un inequívoco aroma masónico. En 1775, Washington y Franklin se reunieron en la casa del líder rebelde de Cambridge (Massachusets) quien les presentó a un anciano, muy erudito y versado en historia antigua, vegetariano, no bebía vino ni cerveza, sólo se alimentaba de cereales, nueces, frutas y miel. Guardaba en un cofre de roble varios libros antiguos y extraños. Al parecer ya se había entrevistado con Franklin –que lo llamaba «El Profesor»– en alguna ocasión anterior. Parecía tener más de setenta años y se le ha descrito como alto, de porte digno y distinguido, extremadamente cortés. Visiblemente actuaba como si fuera representante, de alguna sociedad secreta de carácter místico e iniciático. Daba la sensación –o quería darla– de haber estado presente en acontecimientos antiguos que describía con enorme precisión. Un hombre extraño, en definitiva. En el libro de R.A. Campbell, «Our flag» se explica que al discutirse el diseño de la bandera americana, Franklin rogó a los presentes que escucharan a «su nuevo amigo, «el Profesor», quien había accedido amablemente a repetir ante ellos aquella noche lo esencial de lo que había dicho por la tarde a propósito de la nueva bandera para las colonias». Predijo la futura independencia y grandeza de los EEUU. Fue a este desconocido al que se deben las orientaciones sobre las que Washington y Franklin diseñaron la bandera de las barras y estrellas. El 4 de julio de 1776 tuvo lugar otra aparición de «el Profesor» al producirse una discusión sobre la oportunidad de que las colonias rompieran completamente o bajo ciertas condiciones con la metrópoli. «! Dios ha dado América para que sea libre!» concluyó su alocución a la que siguió la firma de la Declaración de la Independencia. Nunca pudo conocerse la identidad de «el Profesor», se marchó sin que nadie pudiera despedirse de él. La elaboración del gran sello de los EEUU fue, sin embargo, más laboriosa. Franklin, Adams y Jefferson fueron comisionados para diseñar el sello. Cada uno de ellos aportó su visión mesiánica particular: para Franklin la imagen de Moisés conduciendo a los judíos a través del Mar Rojo era el episodio bíblico que mejor sintonizaba con el sentir fundacional del nuevo país; Jefferson, por su parte, siguió en la misma línea representando a los judíos marchando hacia la tierra prometida. Adams, más clásico, pintó a Hércules blandiendo su maza, y «eligiendo entre la virtud y la pereza» (tema característico) cuya filacteria remitía a «The New Atlantis» de Bacon: EEUU era la nueva Atlántica como indicaba la inscripción «Más allá de las columnas de Hércules». El congreso rechazó los tres proyectos y en 1782 y optaron por un escudo en el que el número 13 era el leit–motiv. Este número en el mundo anglosajón es signo de buen augurio. La superstición procede del mito artúrico. La Tabla Redonda tenía 12 asientos para cada uno de los caballeros que habían mostrado méritos suficientes para merecerlo. Existía, sin embargo, un treceavo asiento, llamado en algunos relatos «el asiento peligroso»; cuando un caballero que no lo merecía se sentaba en él, la tierra se abría a sus pies y se lo tragaba. Solamente un caballero «perfecto» –Gawain en unos relatos, Lancelot en otros– predestinado, con una dignidad casi «pre–natal», pudo sentarse en el asiento y ser reconocido como el «caballero elegido». De ahí que el número 13 que para la mayoría está asociado a la desgracia, para el afortunado elegido (de nuevo aquí aparece el tema mesiánico) es fuente de dicha. Por ello el escudo de los EEUU nos muestra a un águila con 13 estrellas de cinco puntas en torno a su cabeza, ostentando en su pecho 13 rayas rojas, blancas y azules, en sus garras el olivo con 13 hojas y 13 flechas, mientras que en su reverso puede verse una pirámide escalonada de 13 escalones corona-da por el Delta Luminoso (otro viejo símbolo masónico) similar al «ojo que todo lo ve» aceptado por cierta iconografía católica. El sello sería completado por Charles Thomsom, franc–ma-són y amigo de Franklin, que añadió el águila, las flechas y rama de olivo que ostenta en sus garras y que simbolizan las dualidades en conflicto. De Thomson proceden igualmente las tres leyendas que figuran en el sello: «Novus ordo Seclorum» (Nuevo Orden de los Siglos), «Annuit coeptis» (13 letras, textualmente, «El favorece nuestra empresa») y «E pluribus unum» (13 letras de nuevo, «unidad en la pluralidad»). Salvo el tercero que corresponde a la estructura federal americana, los dos primeros son verdaderas muestras de la mentalidad escatológica y del mesianismo americanos. La concepción del poder en los Estados Unidos está inspirada igualmente en la iconografía masónica y en una de las interpretaciones de los tres órdenes arquitectónicos clásicos: el dórico, jónico y corintio, cada uno de los cuales representa respectivamente a los poderes judicial, ejecutivo y legislativo. El orden corintio se considera como expansivo, de ahí que fuera asociado al poder legislativo; el orden jónico, cuyo capitel está rematado por las volutas que recuerdan los cuernos del morueco, es el poder de coordinación y liderazgo; finalmente, el orden dórico, en su simplicidad y ausencia de aditamentos, indica un poder restrictivo, esto es, judicial. Las tres partes de cada columna, la base, el vano y el capitel, corresponden respectivamente a los niveles local, estatal y federal. Todo el conjunto comporta nueve divisiones orgánicas: Tribunal Municipal, Tribunal Estatal y Corte Suprema; Alcalde, Gobernador y Presidente; y Ayuntamiento, Asamblea Legislativa Estatal y Congreso Federal. Estas tres columnas, con sus distintos órdenes figuran en varios grabados masónicos de la época. El hecho de que en la iconografía figure sobre los capiteles el Delta Luminoso es una muestra añadida del mesianismo que condujo desde los orígenes la política americana: una nación bajo Dios. El mismo símbolo se repetirá en el dólar. Fue durante el gobierno de Roosevelt cuando el Secretario de Agricultura, Henry Wallace, tuvo la idea de incluir el Gran Sello en el reverso del billete de dólar. Tanto Roosevelt como Wallace tenían años de militancia masónica a sus espaldas. Roosevelt pertenecía a la Orden de los Shiners con el grado de Caballero de Pitias; Wallace, por su parte, estaba interesado en el ocultismo y las «búsquedas psíquicas» o espiritismo. Escribió: «Todo ser es un Galahad en potencia». Ambos estaban persuadidos que tras la gran depresión de 1929 América entraría en la «era futura» que aseguraría un despertar espiritual y un gobierno mundial. Con la inclusión del Delta Luminoso en el papel moneda pretendía dar un paso adelante en esa tendencia que consideraba ineluctable y marcada por los astros. Los ocultistas creen en un poder contenido en los números. Y que el máximo poder puede obtenerse con la práctica de la Gematría. El Diccionario de la Nueva Era define Gematría como "el arte de interpretar las designaciones y cualidades de Dios a través de letras y números". Para las sectas ocultistas, los números 1, 10 y 100 representan "la unidad", o "la perfección ordinal", mientras que el número 6 representa "la unión de todas las dualidades aparentes en la realidad", o "la unión del infinito con el finito". Las letras en la base de la pirámide egipcia al reverso del dólar representan ciertos números romanos que sumados igualan 1776, año cabalístico en el cual se impulsa el Capitalismo como sistema económico referencial con una publicación desde Londres, se afianzan los Illuminati en Los Estados Unidos como orden y se estabecen las bases "independentistas" de esa misma nación que han servido como referencia socio-cultural contaminante para los demás países del mundo. La persona responsable del diseño y promoción de este sello fue Benjamin Franklin, que era un conocido iluminista. Muchas personas creen que la fecha del Gran Sello hace referencia exclusiva a la Declaración de la Independencia estadounidense (4 de julio), pero no. La fecha del 1° de Mayo de 1776, marca la formación de los Illuminati por Adam Weishaupt. Los Illuminati utilizaron el Sistema de Numeración Babilónica para diseñar el Gran Sello graficado en el dólar El ojo omnisciente era un símbolo de los viejos tiempos. Los babilonios y los egipcios lo exhibían en muchas formas, una fue "UDJAT" o el "ojo de Horus". Udjat es el ojo del Dios egipcio pagano HORUS. Este era el jeroglífico más común entre los egipcios, y la clave de su religión. El número 13: a la derecha del retrato de George Washington en el anverso del billete, se observa el sello del Departamento del Tesoro. Este contiene una llave, la balanza de la justicia y un cheurón (pieza heráldica parecida a una "v" invertida), que es un símbolo bien importante dentro de la francmasonería. Si lo observa verá 13 huecos en él. Existen también 39 puntos verdes que circundan el cheurón, la llave y la balanza. También pueden observarse: 13 hojas en la rama de olivo 13 barras y bandas en el escudo 13 flechas en la garra derecha del águila 13 letras en la frase "E Pluribus Unum" sobre la cinta 13 estrellas en la cresta de arriba 13 piedras de granito en la pirámide (las 13 capas representan las 13 líneas de sangre iluminada [castas] ) 13 letras en la frase Annuit Coeptis El águila reemplaza al Ave Fénix en 1841 como el pájaro nacional de los Estados Unidos. Dicha ave ha sido un símbolo de hermandad desde el antiguo Egipto. Fue adoptada por los padres fundadores de EEUU para ser usada en el reverso del primer sello oficial de ese país después de un diseño propuesto por Charles Thompson, Secretario del Congreso Continental. El águila tiene 32 plumas en el ala derecha, pero 33 en su ala izquierda. Las 32 plumas representan el número de grados ordinarios del Rito Escocés, y las 33 plumas representan el nivel de grado 33. (32+33=65). La cola porta nueve plumas, el número de grados en el Rito de York. El águila, en sin misma, es un icono prominente de la masonería, que es usado extensivamente en el Rito escocés. Justo debajo de la cabeza del águila se observan 13 pentagramas con una nube. Los pentagramas están dispuestos en la punta del hexagrama (estrella de seis puntas)- o Gran Sello de Salomón (no confundir con la estrella de David). El hexagrama es una poderosa herramienta usada por los paganos y hechiceros. Los 5 puntos de los pentagramas multiplicados por 13 estrellas igualan 65, el mismo número cabalístico mencionado arriba. En la francmasonería, el Pentagrama es encontrado comúnmente en el interior de las cámaras de las logias masónicas y se utilizan para los ritos de encantamiento y conjuro. En su origen antiguo representaba la Estrella Sirius, entrelazado a través de la adoración ocultista a la diosa egipcia Isis. Así, este ha llegado a ser el símbolo de la Orden de la Estrella Oriental, la contraparte femenina a la hermandad exclusivamente masculina dentro de la francmasonería. Hay un diminuto búho “símbolo de la sabiduría” justo a la izquierda del "1" que aparece en la esquina derecha a lo alto del billete de dólar. _______ https://groups.google.com/forum/#!searchin/secreto-masonico/h%C3%A9rcules$20%7Csort:date/secreto-masonico/UyTzG0CAlSo/YuHkQjTc5e4J _____________ Enviado: 03/09/2005 07:11 a.m. El número 13 es el signo caracteristico de lo mesiánico. Su origen está dado precisamente por la Gematría, uno de los modos de escritura hebrea, que permite modificar el orden de las letras sin alterar el sentido merced a la cifra base. El Dios hebreo de las cuatro letras YOD HE VAU HE tiene un valor de 26 y el 13, como el hijo o la mitad del padre, representa al pueblo escogido. Es en ese sentido que la fiesta hebrea del barmitzva o la iniciación en la comunidad se realiza a los 13 años. El ojo del delta es el Ojo inefable de YOD HE VAU HE y que la fracmasoneria conserva con otras nuevas cuatro letras G A D U. Los doce disciípulos de Jesús son simbólicos, tiene sólo la finalidad de hacer de Jesús el 13, el hijo del dios hebreo. La presencia del 13 en el Gran Sello es la clara muestra de la presencia sionista en la fundación del Nuevo Orden Mundial desde el 1 de Mayo de 1776 y que incluye a la francmasoneria entre otras organizaciones dependientes.
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SECRETO MASONICO › El significado del Solsticio El significado del Solsticio Lo vemos en El Masón Aprendiz. El Solsticio en el Hemisferio Norte es una conmemoración milenaria celebrada por todas las culturas ancestrales de la historia Griegos, Romanos o Celtas celebraban la noche de san Juan con verbenas, música y danzas que incentivaran a las fuerzas de la naturaleza, para influir en el destino próximo inmediato, tener buena suerte, un buen amor, o pedir salud y prosperidad a dichas fuerzas naturales. Para los Griegos ésta fecha estaba destinada al culto del dios Apolo al que tributaban con procesiones de antorchas pidiéndole que no dejase en tinieblas a su pueblo, creían que la magia del Solsticio abría las puertas de lo incógnito y por un breve lapsus el hombre podría gozar de los privilegios de los dioses; de ahí la leyenda Griega de poder traspasar los espejos o visitar mundos paralelos. En España, durante la dominación Árabe, confraternizaban judíos, católicos y musulmanes unidos por la mágica fiesta del Sol y el fuego. En Alemania la reunión popular alrededor de las hogueras unía a varias generaciones y pueblos distantes. En Francia la hoguera solsticial era prendida por el propio Rey. Similares formas culturales las tenemos en la civilización Hindú cuyo dios del fuego “Indra” es adorado entre fogatas y cánticos espirituales. En estas mismas fechas, ellos engalanan sus hogares, preparando piras purificadoras de las cuales conservarán sus cenizas por todo el año siguiente, además que por las formas que toman las llamas y con las cenizas que quedan, los Hindú profetizan el porvenir. Este simbolismo y ritos paralelos eran compartidos por pueblos distantes, inconexos, separados del Viejo Mundo por el Océano Atlántico o el Océano Pacífico. En el caso de los Incas en Perú, dice Yáñez Vega (2002) que los dos festivales primordiales del mundo Incaico eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro Sol, el Inca elevaba los brazos y exclamaba mirando hacia el cielo para pedirle al Sol que desapareciera el frío y trajera el calor. Este gran festival se sigue practicando y representando hoy en día para conmemorar la llegada del Solsticio de Invierno. Los habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de sus antepasados Quechuas y recrean el rito Inca muy similar tal y como se realizaba durante el apogeo del Tahuantinsuyo. Todo el continente Americano conserva éste tipo de Ritual dentro de su folklore. En México los guerreros Aztecas se caracterizaban por su sentido del deber con respecto al vínculo con el Sol y la “renovación de los fuegos”. Los Mayas de la Península de Yucatán y Meso América continúan hoy en día, tal cual sus antepasados de centurias atrás, celebrando con ritos, cánticos, vestimentas y comidas, la magia del Solsticio para sembrar y obtener buenas cosechas. Los indígenas Norteamericanos siguen perpetuando sus ritos mágico-simbólicos entre hogueras y danzas solares. En los Estados Unidos, hasta el día de hoy, se celebran los Solsticios de Verano en coincidencia con el 24 de Junio día de san Juan Bautista, y el de Invierno el 27 de Diciembre día de san Juan Evangelista. En Israel, el Solsticio de Verano es llamado “Fiesta de la Flor” y su origen está en la festividad Alemana de “Rosenfest”, Fiesta de la Rosa que se celebra en Tenida Blanca en honor de las damas en símbolo del cariño, el respeto y la admiración que se tiene por la mujer. Caldeos, Egipcios, Cananeos, Persas, Sirios, Fenicios, Griegos, Romanos, Hindú, y casi todas las culturas desarrolladas e imperios, han celebrado durante el Solsticio Invernal el parto de la “Reina de los Cielos” y la llegada al mundo de su hijo, el joven dios Solar. En la mitología del culto al Sol siempre se destaca la presencia de un joven dios que cada año muere y resucita encarnando la vida cíclica de la naturaleza (Flor Pinto, 2002). El Sol representa el padre y el principio generador masculino. En la Antigüedad civilizada los monarcas de todos los imperios se hicieron adorar como hijos del Sol. En este contexto, la antropomorfización del Sol en un dios joven presenta ejemplos bien conocidos en Horus, Mitra, Adonis, Dionisos, Krisna, Hermes, Buda o el propio Jesús (Rodríguez, 1997; Flor Pinto, 2002). En el antiguo Egipto se creía que Isis, la virgen Reina de los Cielos, quedaba embarazada en el mes de marzo y que daba a luz a su hijo Horus a finales de diciembre. El dios Horus, hijo de Osiris e Isis, era “la sustancia de su padre Osiris”, de quién era una encarnación. Fue concebido milagrosamente por Isis cuando Osiris ya había sido muerto y despedazado por su hermano Seth o Tifón. Era una divinidad casta –sin amores- al igual que Apolo, y su papel entre los humanos estaba relacionado con el Juicio ya que presentaba las almas a su padre. Era el Christos y simbolizaba el Sol. El dios Mitra de la religión Iraní (Persa) anterior a Zaratustra, era muy significativo en el Imperio Romano hasta el siglo IV d.C., y era una divinidad Solar al igual que el dios Mitra Hindú, hijo de Adití la personificación del Sol. Muchos siglos antes de Jesús-Cristo, el dios Mitra de los Persas ya había nacido de virgen el 25 de diciembre, en una gruta, siendo adorado por pastores y magos, obró milagros, fue perseguido, acabó siendo muerto y resucitó al tercer día (Rodríguez, 1997). Como lo hicieron igual los dioses Horus y Osiris de los Egipcios y los dioses Hércules, Baco y Adonis de los Griegos (Flor Pinto, 2002). Los partos virginales se han repetido constantemente en la historia milenaria de la conjunción “hombre-mito solar”, y anteceden por mucho al de la “virgen Maria” dando a luz a Jesús. Mucho antes la virgen Devaki da a luz en un establo al dios Krisna en medio de pastores. Igualmente se afirma que nacieron de vírgenes Zoroastro, Quetzalcoatl, Apolonio, y otros (Flor Pinto, 2002). Desde tiempos inmemoriales en las culturas más heterogéneas, la época de Navidad ha representado el advenimiento del Solsticio por excelencia, como hecho cósmico que podría garantizar la supervivencia del hombre pagano y el renacimiento cíclico de la principal divinidad salvadora (Gadea Saguier, 2007). Eso explica que el natalicio de los principales dioses Solares de las culturas agrarias precristianas – como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio/Baco y otros-, se situara durante el Solsticio de Invierno. Más aún, el natalicio de Jesús, el “salvador cristiano” fue ubicado el 25 de diciembre, fecha en la que hasta finales del siglo IV de esta era se conmemoró el nacimiento del Sol Invencible (Natalis Solis Invicti) en el Imperio Romano. De esta forma entre los años 354 y 360, era del Papa Liberio (352-366), se tomó por fecha inmutable la noche del 24 al 25 de diciembre coincidente con el “nacimiento del sol invencible”, la misma fecha en que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del Solsticio de Invierno. Es claro que el verdadero origen de la Natividad católica, sobrepuesta al Natalis Solis Invicti, orientó a los creyentes a que ese día no lo dedicasen al Sol, sino al “creador del Sol”. Los Elementos Adorados El vocablo Solsticio viene del latín solstitium, combinando dos acepciones. Sol = el astro y stitium = estático o detenido. Es decir, la detención del Sol. El diccionario Larousse dice, “tiempo en que se halla el Sol más lejos del Ecuador y en que parece quedarse estacionado algunos días; entre el 21 y el 22 de Junio en Verano y entre el 21 y el 22 de diciembre en Invierno”. El diccionario Webster dice, “uno de los dos puntos en la curva elíptica en la cual su distancia del Ecuador Celestial es la mayor la cual es alcanzada por el Sol cada año alrededor del 22 de Junio y el 22 de Diciembre; el tiempo que el Sol cruza el Solsticio el 22 de Junio comienza el Verano en el Hemisferio Norte y el Invierno en el Hemisferio Sur”. Dice Goldstein (2007) que no se encuentra en la Biblia un versículo referente directamente al fenómeno del Solsticio, pero lo más cercano pudiera interpretarse de “Salmos”, Capítulo 19, versículo 7, donde dice refiriéndose al Sol: “De un extremo de los Cielos es su salida y su curso hasta el término de ellos. Y nada hay que se esconda en su calor”. En el Talmud hay una referencia describiendo la Felicidad en el Tomo “Bendiciones”, página 59: “Quién ve al Sol en su época y a la Luna en su fortaleza…”. La adoración Solar ha sido la base de toda expresión religiosa arcaica; desde el hombre primitivo se le ha concedido al Sol todo el poder necesario para el sustento, no sólo como insumo vital de la naturaleza, sino como inductor de los aspectos espirituales; por ello desde las civilizaciones primigenias se ha seguido con especial énfasis todos sus tránsitos angulares, amaneceres y ocasos, tibieza o insolación, apariciones y desapariciones (hoy eclipses). La “luz”, el “fuego” y el “agua” son los protagonistas principales del encuentro Solar en la mecánica celeste anual y, a su conjuro, asisten obedientes las fuerzas de la naturaleza para bendecir a los campos y augurar abundante cosecha. En todas las culturas primigenias el Fuego es considerado purificador, por ello las danzas alrededor y sobre el fuego no sólo tienen el poder de ahuyentar a los malos espíritus, sino de proporcionar salud y fortaleza; cuantas más hogueras se saltase, más se creía que se estaba a salvo de toda desgracia, incluso el caminar sobre las cenizas acentuaba ésta creencia. Las fiestas populares han perdurado sobre todo en la celebración de verbenas y hogueras, en donde los más audaces, saltan retando a las llamas. El Agua es el complemento del fuego y si al rito anterior se le acompañaba con un vivificante baño en cualquier río, estanque o en el mismo mar, resultaba mucho más beneficioso; caminar sobre el rocío de la noche de San Juan o beber de siete fuentes era una peregrinación obligada de todo adorador del Sol. El misterio de los cielos, el acontecer de la luz y la oscuridad, la dualidad del calor y el frío, la magnitud de los espacios cósmicos, han invadido la curiosidad del hombre desde las civilizaciones más antiguas. Sacerdotes, Trovadores y Poetas les han manifestado cánticos. Filósofos han especulado en su metafísica, y Astrólogos y Astrónomos con su metódica ciencia nos han explicado la fenomenología y sus ciclos repetitivos. Mucho tiempo ha pasado desde que Copérnico en su celda buscaba una señal que respondiera sus sabias preguntas, y poder separar los deseos y voluntades de los dioses, con las matemáticas que le descifraban los acontecimientos estelares. Hoy en día, hasta los niños saben que la tierra gira sobre su eje alrededor del Sol en una rotación de 24 horas y en una traslación de órbita que demora 365 días. Los fenómenos del Universo proceden siguiendo leyes inmutables, ritmos constantes y precisos, en tiempos fijos y plazos concretos, que se repiten desde la eternidad infinita, con la justeza simbólica con que el Ser Supremo maneja la Escuadra, el Compás, la Regla y la Plomada. Solsticio y Masonería Según Frau Abrines y Arús Arderiu (1947) en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería se lee: “Bajo el doble nombre san Juan Bautista y de san Juan Evangelista, patronos de nuestra augusta Orden, los Francmasones celebran dos grandes fiestas anuales, llamadas indistintamente fiestas de san Juan o de la Orden. Estas fiestas, que corresponden a los dos Solsticios, se llaman con más propiedad aún fiestas Solsticiales. Se celebran el 24 de junio y 27 de diciembre que dependiendo del hemisferio en que nos encontremos se denominan de Invierno o de Verano”. En fecha más reciente, Frau Abrines (2005) precisa que “Solsticio” es la época en que el Sol entra en los signos de Cáncer y Capricornio llegando a la máxima declinación septentrional y meridional, y es cuando toman su lugar las fiestas Solsticiales que celebra la Masonería en los Solsticios de Verano e Invierno, dedicada la primera al Reconocimiento y la segunda a la Esperanza. La institución de estas grandes solemnidades, se remonta a los tiempos de las primitivas iniciaciones, en que los misterios eran practicados con la pompa y esplendor más extraordinario en las sagradas riberas bañadas por las aguas del Nilo, del Iliso, del Jordán, del Eufrates y el Tíber. Esto ha dado margen a un gran número de historiadores para establecer la antigüedad de la Francmasonería, que traspasando los límites de la que puede atribuirse a cualquiera otra institución, se pierde en la nebulosa impenetrable de los más antiguos tiempos, haciéndola arrancar del principio del mundo y confundiendo su origen con el de la sociedad. Parece ser que la “filosofía primigenia” que sostiene a la Masonería data de los primeros albores de las sociedades prístinas. Los Solsticios determinan el paso de las dos grandes fases en que la Naturaleza ofrece los cambios y contrastes más notables y opuestos; fenómenos sorprendentes y siempre admirables que todas las religiones, culturas y rituales han conmemorado bajo formas y alegorías. Explica Yáñez Vega (2002) que los Equinoccios y los Solsticios fueron llamados en el lenguaje metafórico “la puerta de los cielos y de las estaciones”. De aquí los dos San Juan, nombre derivado de Janua, que significa puerta. Teniendo la institución Masónica -según los más competentes del simbolismo como Contreras Seitz (2007) entre otros tantos M:.M:.-, la alta misión de ilustrar moralmente todas las clases del orden social, nada pudo hacer con más acierto que tomar por patrón y modelo de sus nobles funciones el cuadro físico del curso y los fenómenos solares. Por eso el interior de las Logias nos ofrece las imágenes del sol, de la luna y de la bóveda celeste sembrada de estrellas. Y por supuesto que la luz física viene del Oriente del mundo, las logias Masónicas, en las que se aúnan los esfuerzos más sublimes y generosos que tienden a enaltecer e ilustrar la inteligencia humana, se viene a convertir en otros tantos focos de luz, o sea en tantos orientes particulares. Así pues, en nuestra Logia, símbolos figurados de la naturaleza, los Solsticios se hallan representados por las Columnas que figuran al Occidente, a ambos lados de la puerta de entrada. Estas marcan la marcha aparente del sol durante los doce meses del año, simbolizado por los doce trabajos de Hércules, cuyos viajes tienen por límites igualmente dos columnas semejantes. Dice Yáñez Vega (2002) parafraseando a Kaplan de la R:.L:. La Fraternidad No. 62 de Tel Aviv: “Nuestra Orden, a diferencia de otras entidades fraternales y benéficas existentes, pretende dejar en cada H:.M:. una enseñanza moral a través de las alegorías y símbolos que utiliza en su proceso auto educacional. Es así, que el Solsticio que la noche del 27 de diciembre conmemoramos constituye uno más de los símbolos educativos que debemos interpretar lógica y racionalmente para que nos guíe en nuestro mejoramiento personal”. En el mito básico de la Masonería ortodoxa, no está muy distante la conjunción “hombre-mito solar” (revisado antes en las Sección 1 El Sol en la Historia). Me refiero a la leyenda de Hiram como versión del mito Solar. Según ella, Hiram el arquitecto de Tiro y experto en trazados, cálculos, cimentación y uso de metales fundidos, era el hombre más sabio de su tiempo. Salomón, que representa la sabiduría del Logos lo escoge como “Maestro de Obras” y le delega poderes. Hiram es hijo de una viuda, esto es, una mujer sin marido. La madre de Hiram es viuda como la Naturaleza después de que muere el Sol, como en el caso de la leyenda de Isis y Osiris, y como cuando la Masonería se queda viuda de Hiram hasta cuando recobre los signos verdaderos, resucite Hiram, vuelva la luz, y se inicie la Orden de la Verdad. Como dice Flor Pinto (2002), “He aquí la misión y la razón de los trabajos de los hijos de la viuda. Sólo cuando brille el Sol de la verdad y no sean necesarios ni mitos ni leyendas”. El Solsticio de Invierno está presente en este mito. Como H:.M:., y en mi caso particular como científico, lejanos estamos de adorar el sol, no como fuerza sobre natural, no como deidad y no como residuo de pasadas religiones. Para nuestra Orden, y en lo personal estoy convencido de ello, el “astro solar” no es más que otro de nuestros numerosos símbolos didácticos. Nace en el Oriente, de la eterna sabiduría y difunde su luz y calor, indispensables para la continuación de la vida. En su continuo y permanente movimiento influye en el ritmo del día y la noche; modula el curso de las estaciones; induce el crecimiento de las plantas y la evolución del mundo animal; condiciona el auge y florecimiento de sociedades humanas; estimula el desarrollo cultural técnico y científico, la vestimenta, la comida, y las costumbres sociales y urbanas. En fin, la fuerza del astro solar está en todo lo que denominamos cultura. Como Masones, en el Astro Solar vemos un ejemplo de nuestros deseos de ser fuentes de luz y calor humanitario, de entregarnos a todos por igual en un permanente afán de integridad. Al igual que la marcha solar, existe en nuestro diario trabajo ascensos y descensos y por ello nos educamos con la Regla de las 24 pulgadas a un preordenado ritmo laboral, con constancia y responsabilidad. En su ejemplo, educamos hacia la tolerancia, aspirando ser expresión de belleza y bondad, y nuestra Orden e inagotable en sabiduría Madre Logia, nos estimula a plantearnos en el ámbito filosófico -permanentes y continuas preguntas en cuyas alegorías y símbolos sepamos encontrar respuestas-, mismas que sólo lograremos con estudio, talento y virtud. Para entender mejor el vínculo “Solsticio-Masonería”, disfruto el párrafo de Yáñez Vega (2002) cuando dice: “Así como el calor y la luz solar se ofrecen sin condición alguna a todos los hombres, así los Masones entregamos el trabajo sin esperar recompensa mayor. Trabajamos por el placer que hallamos en la labor realizada y en la creación regenerante, sin alarde ni ostentación. Ayudamos al necesitado y calmamos al sufriente, porque en el compartir nos elevamos por sobre nuestra condición humana. Combatimos la injusticia y despertamos la adormecida conciencia de los hombres, porque los elevados valores humanos son los únicos que tienen cabida en nuestros pensamientos y actos”. El Sol es un símbolo masónico de suma importancia. La Logia que, entre otros, simboliza también al Universo, con su piso terrenal y su techo celestial. El Venerable Maestro que ilumina simbólicamente con su Sabiduría todo el Taller, representa al Sol en su nacer. El V:.M:. dirige la Logia desde su sitial en el Oriente, fuente de la Luz, al igual que el Sol qué comienza su esplendor desde el Oriente; el Primer Vigilante simboliza al Sol en su ocaso al Occidente y el Segundo Vigilante simboliza al Sol al Mediodía. Siendo la Naturaleza el marco de acción del Masón y los fenómenos naturales, fuentes de estudio e inspiración, no podía estar la Orden ajena al fenómeno natural del recorrido elíptico del Astro Rey destacando la coincidencia de que sus puntos más distantes del Ecuador, coinciden con cambios naturales de las dos opuestas Estaciones, el Invierno y el Verano, símbolos también de la contradicción, la dualidad, representados estos opuestos conceptos de pares eternos, en el piso cuadriculado del Taller. Dice Goldstein (2007), el Solsticio de Invierno nos recuerda nuestra propia Iniciación, la Cámara de Reflexión, la Oscuridad. Para el Sol, justamente la detención en el Solsticio de Invierno es, simbólicamente, su propia Cámara de Reflexión, su Cámara de Oscuridad Invernal que, al igual que todos nosotros, que toda la Humanidad, desde esa oscuridad, al preguntarle: Qué es lo que más deseas?, contesta: Quiero ver la Luz, la Luz!. Conclusión La masonería, en su intento de entender la realidad profana, comprende y enseña el simbolismo encerrado en este flujo y reflujo del ir y venir del Sol. El Solsticio nos enseña que el Pulido de la Piedra Bruta, el esfuerzo personal de mejorar nuestra condición humana y crecer intelectualmente, no se produce solamente en un continuo ritmo ascendente; en cierto momento el trabajo cotidiano decae y el ánimo merma. En este momento, las palabras de Yáñez Vega (2002) me parecen enormes al afirmar “…es ahí cuando se halla la fuerza emergente del pensamiento Masónico, el espíritu hecho vigor en la Cadena Fraternal, que con su fuerza y aliento nos induce a recomenzar la marcha con renovada vitalidad. Puesto que por encima de nosotros, como permanente ejemplo, se halla la presencia del Sol omnipotente, que irradia calor, fuerza y luz constante, sin discriminación alguna en la entrega de estos valores. De este ejemplo se nutre la Masonería e induce a sus miembros a seguir una senda de justicia, de amor y de fraternidad, en una armónica conjunción operativa para que las enseñanzas de la Orden no sean infecundas semillas sin frutos. Unámonos espiritualmente al conjunto de la Naturaleza y en el simbolismo de esta celebración encontremos renovadas fuerzas para nuestro mejoramiento humano, espiritual e intelectual. Y cada mañana elevemos nuestra mirada al iluminado día sintiendo la felicidad por el hecho de que la vida continua en su eterno flujo y especialmente por la existencia de la otra realidad, sensible y espiritual, que los símbolos de la Masonería permiten descubrir”. Al celebrar los solsticios, nuestra Orden nos evoca la estrecha relación que existe entre el ser humano y la naturaleza. El Sol rige el comportamiento del hombre y su entorno y por eso que en esta fiesta Solsticial celebramos el inicio de una nueva etapa de nuestra vida. Con el Solsticio de Invierno la Naturaleza se prepara para renacer, y con el de Verano germina la semilla que el hombre sembró en aquella tierra fértil que durante el Invierno se dedicó a trabajar. Con el Solsticio, en el Masón debe aparecer poco a poco aquella piedra libre de aristas que durante todo el año se dedicó a desbastar... Termino con un pensamiento personal que me acompaña desde décadas: “Nada gratifica más al final del camino que haber empleado la vida construyendo verdades” - https://groups.google.com/forum/#!searchin/secreto-masonico/24$20junio%7Csort:relevance/secreto-masonico/jma8IQ5QzwM/UZ6aVwl2c2QJ
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NEXO NIMROD (CUSITA) CON NINIVE (SEÑAL DE JONAS)-ESTO CONFIRMA EL NEXO DE LA MISMA CON LA TIERRA DE ETIOPIA (JUAN MARCOS)
Génesis 10
1. Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio.
2. Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.
3. Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma.
4. Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim.
5. De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones.
6. Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
7. Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. (BETHSEBA O BETHSABE TIENE REFERENCIA A LA CASA DE SEBA O CASA DE SABE. EN EL NOMBRE DE LA MADRE DE SALOMON, HAY UNA CLARA REFERENCIA A LA TIERRA DE LOS CUSITAS. EN EL SANTORAL CATOLICO EL DIA DE SAN BETHSABE ES EL 4 DE JULIO, EL MISMO DIA DE LA INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS)
8. Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra.
9. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. (CAZADOR=ORION. LA TIERRA DE CUS, ES UNA REFERENCIA A LOS CUSITAS, OSEA A ETIOPIA. ES UN NEXO CON JUAN MARCOS, QUE PREDICO EN ETIOPIA Y A LA IGLESIA COPTA)
10. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar.
11. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala,
12. y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.
13. Mizraim engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim,
14. a Patrusim, a Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim.
15. Y Canaán engendró a Sidón su primogénito, a Het,
16. al jebuseo, al amorreo, al gergeseo,
17. al heveo, al araceo, al sineo,
18. al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los cananeos.
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