La amistad no se conquista, no se impone;
se cultiva como una flor;
se abona con pequeños detalles de cortesía,
de ternura y de lealtad;
se riega con las aguas vivas de desinterés
y de cariño silencioso.
No importan las distancias,
los niveles sociales,
los años o las culturas.
La amistad todo lo borra.