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Hace ya mucho tiempo,
en una tierra muy lejana,
vivía un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso.
Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos.
Luchaba contra sus enemigos, que eran malos, mezquinos y odiosos,
mataba dragones y rescataba damiselas en apuros.
Cuando en el asunto de la caballería había crisis,
tenía la mala costumbre de rescatar damiselas
incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas
y, debido a esto,
aunque muchas damas le estaban agradecidas,
otras tantas se mostraban furiosas con el caballero.
Él lo aceptaba con filosofía.
Después de todo, no se puede contentar a todo el mundo.
El Caballero de la armadura oxidada
Robert Fisher