El consuelo es un estado emocional mediante el cual recibimos fortaleza para enfrentar un reto, un conflicto o una pérdida. La palabra se deriva del verbo consolar, proveniente del latín, del prefijo con (reunión, unión, cooperación) y el verbo solari (aliviar, calmar, apaciguar).

El mayor sentimiento de consuelo surge cuando comparto paz con los demás. Estoy aquí para ser, saber, enseñar y dar, y logro todo ello cuando comparto consuelo con las personas a mi alrededor. Ante un reto o una dificultad, recuerdo que la presencia y el amor de Dios están en toda situación. Sólo tengo que reclamarlos para que la Verdad se manifieste. Afirmo con fe: La presencia de Dios en mí provee comprensión y consuelo.

El amor nos une con Dios y con los demás en un vínculo perfecto. El amor es una cualidad interna que ve el bien en todas las personas y en el mundo a nuestro alrededor. Hoy elijo mantener mi atención en el poder del amor, verlo en los demás y en mí. Al mantener una perspectiva afable, soy elevado en espíritu y el gozo se aviva en mí.

Siento gratitud por mis seres queridos, cerca y lejos, los mantengo en mi mente y mi corazón. Vivifico este amor para que irradie su energía apacible al mundo. Bendigo a todas las personas, reconociendo que no hay fronteras y que somos una familia humana. El amor es la energía que me guía a mi mayor bien, es la esencia de vida misma y un atributo divino que se expresa por medio de mí.

Antes de la vida y el ministerio de Jesús, la gente creía que vivía bajo el régimen de un Dios celoso y vengativo. Mas Jesús compartió un mensaje totalmente diferente acerca de un Dios que es todo amor. Algunas de sus enseñanzas incluyeron amar a nuestros enemigos, no buscar venganza y hacer las paces con los demás. Cuando sigo estas enseñanzas y vivo en amor, estoy en armonía con los principios divinos.

Soy un pacificador efectivo cuando mantengo mi atención en Dios, cuando mis pensamientos e interacciones con los demás fomentan la serenidad. Demuestro amor con mis acciones, y cultivo relaciones personales pacíficas. Centro mi mente en el amor, vivo en armonía con otros y contribuyo a un mundo de paz.

Por medio de mi fe y la oración, alineo mi mente con la actividad del Espíritu y me vinculo con otros espiritualmente. Dejo ir cualquier duda y oro por lo mejor y más elevado para ellos. Visualizo su salud, bienestar, paz y prosperidad. A medida que mi fe se acopla con mi imaginación, mi oración tiene un gran poder.

Mentalmente, visualizo mis oraciones respondidas de maneras esperadas e inesperadas. Imagino tener noticias de la persona por quien oro diciéndome que recibió la respuesta perfecta. Dejo ir la necesidad de determinar de qué manera debe ser respondida la oración. Simplemente oro, entrego todo al Espíritu y espero ser sorprendido. Creo en el poder de la oración.