A esa, a la que yo quiero, no es a la que se da rindiéndose, a la que se entrega cayendo, de fatiga, de peso muerto, como el agua por ley de lluvia. hacia abajo, presa segura de la tumba vaga del suelo. A esa, a la que yo quiero, es a la que se entrega venciendo, venciéndose, desde su libertad saltando por el ímpetu de la gana, de la gana de amor, surtida, surtidor, o garza volante, o disparada -la saeta-, sobre su pena victoriosa, hacia arriba, ganando el cielo.
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