Encuentro gran poder y libertad en mis sueños. Cuando mi imaginación vuela, tengo fe en que todo es posible y que soy infinitamente capaz. Mi mejor vida comienza en el ámbito de los sueños. Imagino claramente lo que deseo ver manifestado.

Me visualizo feliz con mi trabajo, rejuvenecido en mi tiempo libre y dichoso en el amor. Mucho más que meras fantasías, mis sueños informan a mi mente de los deseos más profundos de mi corazón. Los pensamientos y sentimientos se hacen más poderosos cuando mantengo mi confianza en el poder de Dios. Cuando actúo para crear la vida de mis sueños, también me sereno y me apoyo en la fe para iluminar mi sendero y mostrarme el camino.

Los líderes espirituales predican la importancia de dar, de ayudar a los desprotegidos y de animar a los descorazonados. No es la cantidad medible de lo que doy sino el espíritu con el que doy lo que más importa.

El amor que siento multiplica lo que doy y se expande en círculos de bendiciones cada vez más amplios. Mis regalos pueden inspirar a otros a dar algo tan simple como una sonrisa, una palabra de ánimo o un gesto amable. Lo que doy enriquece mi vida de maneras inesperadas. Doy con amor y sin esperar nada a cambio. Amplío mi perspectiva, consciente de que el bien que comparto regresa a mí en el momento adecuado y de forma perfecta.

Sonrío y finjo estar asustado cuando los niños del vecindario llegan a mi puerta disfrazados a pedir caramelos. Ellos disfrutan haciendo creer que asustan a otros con sus disfraces. Simular miedo es parte de la diversión.

Mas en la vida, puede que como respuesta a un desafío inesperado, sienta un miedo avasallador que perturbe mi bienestar emocional. Al primer indicio de inquietud, recuerdo que el poder protector de Dios está tan cerca como mi próximo pensamiento.

Digo “no” al miedo y “sí” a la fe. Mi confianza crece cuando practico estar en la Presencia. Reconozco el poder protector de Dios, así como Su amor y sabiduría. Dios me guía siempre en todo lo que hago.