Regocijo
El gozo del Espíritu está conmigo siempre.
Al dirigir mi atención hacia mi interior, al Cristo de mi ser, dejo ir las preocupaciones e inquietudes y confío todo a Dios. Desde este santuario interno y esta conciencia de la presencia de Dios, surge el gozo.
Mi alegría proviene de confiar en Dios, de saber que nuestras circunstancias externas o posesiones no son una fuente duradera de felicidad. Me doy cuenta de que el gozo del Espíritu está conmigo siempre.
Como creación de Dios, mi naturaleza verdadera es ser jovial y amable. Así que acuerdo ser feliz e irradiar entusiasmo. El regocijo sustenta mi alma, sana mi cuerpo y armoniza mis relaciones personales. Soy bendecido gracias al gozo del Espíritu.
Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo. —Juan 15:11