Vida
Soy una expresión robusta de la energía divina de vida.
Aun en medio del invierno, cuando las flores todavía quizás no hayan retoñado, la vida encuentra una manera de declararse, aprovechando oportunidades de crecer y expandirse. Primero la semilla, luego el retoño y por último belleza por doquier. Ese mismo proceso divino obra en mí.
Cada día estoy más alerta al Espíritu y a Su energía fluyendo por medio de mí. Con cada aliento, cada latido, siento que la vida de Dios fluye por mi cuerpo y mente.
Mis pensamientos están fijos en Dios como la fuente de toda vida. Mi fe es fortificada. Disfruto de plena salud, gracias al poder renovador de la vida, y alabo con entusiasmo este poder de Dios en mí.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida.—Génesis 2:7
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