ESCULTURA
¡Señora! ¿Qué ritual lo invoco hacer mansedumbre de mis hormonas que, hoy, formulan sentidos libidinosos?
Tu boca en mis líneas depura que sí hay pecado celestial. Entre tú y mis letras hay frecuencia con tono erótico y mundano.
Te veo, mendigo y peco. No existe la cordura alguna en la vista del caballero nocturno.
¡Señora!, la escultura que posee es cetro de un poeta y a la vez saeta. Su piel es presencial, es azufre y es de confines.
Estuve juntando aroma, dijo un poeta. Y yo digo; estuve juntando letras para formar tu lenguaje.
Resumiría este delirio en sustantivo. Tus años son melosas, son soñadoras y seductoras; y más en letras del alba y ocaso.
¡Señora!, mi bolígrafo mojé en el mar, en su mar, en su mirada; para describirla.
Supremo desafío es saber ¿qué emana de usted, de su verano, de su jadeo?
Al verla, bebo deseo, y busco el significado del porqué me inquieta tanto, y no encuentro diccionario para hallarlo.
¡Señora!, hoy tramaré un secreto, y lo guardaré para que mañana sea misterio de un poeta.
JOSUÉ PINEDA REYES Arriaga, Chiapas. México.
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