En fin, que dulce ironía
te ofrecí amor y lealtad
no intente yo hacerte mía
solo quise tu amistad.
Es que soy de otro planeta
dulce bien, míralo asi
terrícolas de alma inquieta
son incógnitas para mi.
No comprendo a los terrestres
solo se verter mi amor
cuando tu amistad me muestres
cesará en mi este gran dolor.
Hacer que tu lo comprendas
es mi constante pesar
hoy bien lejos, sin ofrendas
yo te dejo ser y estar.
Vete ya, mujer ingrata
se lo que tú quieras ser
quizás después más sensata
ya verás mi padecer.
Finalmente verás claro
que me heriste siendo dura
tu desdeño, tu descaro
destrozaron mi alma pura.
Beligerante, atrevida
inconsciente con hastía
disforzada y engreída
es tu pérdida, no la mía.