Ay, amor, ¿Qué culpa tengo yo,
si mi corazón late al compás del tuyo?
Si al mirarte, el mundo desaparece,
y solo existes tú, con tu luz que me enloquece.
¿Qué culpa tengo de amarte así,
de soñar contigo aun sin quererlo?
Eres un susurro que invade mi ser,
una melodía que no puedo detener.
Ay, amor, si es pecado sentirte,
entonces soy culpable de quererte,
de buscar en tus ojos un refugio,
y en tu sonrisa, el paraíso más puro.
Qué culpa tengo yo, mi dulce amor,
si nací para adorarte sin condición,
si cada latido grita tu nombre,
y en mi alma solo vives tú, mi razón.