EN LAS LLAMAS DEL PECADO
Huía como podía de la conexión que en sus instintos de mujer la hacía ceder, la hacía caer ante el atropello de mis impulsos de hombre, tenía miedo y era lógico porque si ella engañaba a su esposo quién sabe cómo él iba a reaccionar, era celoso y claro tenía las razones suficientes para eso al tener a una mujer divina, linda en todos sus atributos. Ella se acercaba para ver mi reacción, para oír mi voz, le gustaba mi camisa, mi corbata, el semblante de mis ojos, me buscaba en las redes sociales, estaba al pendiente de mis fotos y en esos breves instantes en los que aparecía su aroma invadía mis instintos mientras buscaba la excusa o cómo decirle las palabras exactas para hacerla temblar y enloquecer. Era solo una cuestión de oportunidad, un encuentro en los que estemos solos y allí sin que pudiera hacer absolutamente nada la iba a besar. - ¿Qué haces te has vuelto loco? - ¡Sí estoy loco, me vuelves loco! - Nos pueden ver, él te va a matar y a mí. - Solo si se entera y no creo que tú le cuentes. -Que me perdone Dios, pero me encantas, eres mi guapo, mi poeta, me haces soñar, mis piernas tiemblan por ti, siento tu cuerpo y te siento dentro de mí…Mi piel te desea cada noche, mis senos se ponen rígidos y una lluvia cae incesante desde el caudal de mi vientre. Huía como podía, pero desde entonces de la rutina, de la falta de atención y llegaba a escondidas hasta mis brazos para calmar mi sed y su locura, para dejar las marcas de sus uñas en mi pecho, para subirse a mis sueños, se convirtió en la musa, en las llamas de un infierno en el que derretía mi alma quemando mi placer, quemando su culpa.
Ángel de las Letras-
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