Hacer el amor es una cuestión divina, un mandato supremo en el que dos seres se entregan en un acto puro. Es un intercambio de energía libre y natural en el que las almas llegan a una conexión entre el cuerpo y la mente.
En la entrega se abren tus alas, las que se llenan de pasión y en unos instantes se despegan tus anhelos en un mundo mágico, un arcoíris de placer que te hace sentir la gloria del éxtasis, su oxígeno es tu respiración, tu respiración es su oxígeno.
Tus brazos se hacen fuertes para sostener sus impulsos y la sangre fluye en todo su esplendor
como torrente que tibios se deslizan en el interior de la piel, llegando al punto exacto que anuncia las tempestades y temblores en el vientre y en el pecho.
Hacer el amor es un acto de entrega pura, un mandato supremo en el que dos corazones se hacen uno solo y una luz brilla intensa en el universo de las almas, en cada beso y en cada suspiro.