Un fuego eterno.
Te pienso en las noches más calladas, cuando el susurro de la luna abraza mi piel, y el vacío de tu ausencia quema más que el frío.
Eres la tormenta que desata mi calma, el mar violento donde naufragan mis secretos.
Tus manos, un mapa que aún no olvido, recorrieron mi piel como un peregrino sediento,
despertando en cada rincón un incendio.
Tu aliento, un vendaval que robó mis palabras, se llevó mi alma, dejándome desnuda de todo,
menos de ti.
Aún siento tus labios,
esos que bebieron de los míos
como si el mundo acabara al amanecer.
Tu boca, un volcán que me fundió
en un fuego que no se apaga,
un abismo al que me lancé sin red,.y aún caigo, sin final, sin salvación.
Me marcaste con un amor tan voraz que ni el tiempo ni la distancia lo borran.
Te amo en mi locura,
te deseo en mi cordura.
Cada noche clamo al viento tu nombre, y el eco me devuelve un susurro vacío.
Quisiera arrancarte de mi ser,
pero estás incrustado en mi carne,.en mi sangre,
en cada lágrima que lloro cuando no estás.
Y sin embargo,
te sigo queriendo.
Te sigo deseando.
Te sigo soñando.
Eres mi pecado más santo,
mi recuerdo más cruel,
mi amor más eterno.
Y aunque duela como un puñal al rojo vivo, prefiero esta agonía de amarte a la calma de olvidarte.
Regresa, devuélveme la vida o róbame lo que queda,
pero no me dejes en este limbo,
donde solo tu ausencia es real
y mi deseo arde en un fuego eterno.