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General: EL BANQUITO DE DIOS
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: stefy1945  (Mensaje original) Enviado: 23/07/2009 19:37

El banquito de Dios

 

 

 

El cuento trata de un difunto, alma que iba camino al cielo donde esperaba encontrarse con Dios para el juicio sin trampas y a verdad desnuda. Para nada iba tranquilo. Y no era para menos porque en la conciencia, además de llevar muchas cosas negras, tenía muy pocas positivas que hacer valer. Buscaba ansiosamente aquellos recuerdos de buenas acciones que había hecho en sus largos años de usurero. Había encontrado en los bolsillos del alma unos pocos recibos “que Dios se lo pague” medio arrugados y amarillentos por lo viejo. Fuera de eso, nada más. Pertenecía a los ladrones de bastón y galera de quienes comentó un poeta:

“No dijo palabras ni realizó cosas buenas”.

Pero en el cielo las primeras se perdonan y las segundas se exigen.

Todo esto ahora lo veía con claridad. Pero ya era tarde. La cercanía del juicio de Dios lo tenía a mal traer.

Se acercó despacio a la entrada principal y se extrañó mucho al ver que allí no había que hacer cola: o bien no había demasiados clientes o quizás los trámites se realizaban sin complicaciones. Quedó realmente desconcertado cuando se percató no solo de que no se hacía cola, sino que las puertas estaban abiertas de par en par, y además no había nadie para vigilarlas. Golpeó las manos y gritó “Ave María Purísima”. Pero nadie le respondió. Miró hacia adentro y quedó maravillado de la cantidad de cosas lindas que se distinguían. Pero no vió a ninguno. Se animó un poco más y la curiosidad lo llevó a cruzar el umbral de las puertas celestiales. Y nada. Se encontró perfectamente dentro del paraíso sin que nadie se lo impidiera.

“¡Caramba!”, se dijo. “Parece que aquí deben ser todos muy honrados. Dejar todo abierto y sin guardias que vigilen”

Poco a poco fue perdiendo el miedo y conociendo los patios de la Gloria. Realmente, una preciosura.

De patio en patio y de jardín en jardín se fue internando en las mansiones celestiales hasta que desembocó en lo que tendría que ser la oficina de Dios. Por supuesto, también estaba abierta de par en par. Dudó un poco antes de entrar, pero en el cielo todo termina por inspirar confianza. Así que ingresó en la sala ocupada en su centro por el escritorio de Dios. Y sobre el escritorio, estaban sus anteojos...

Nuestro amigo no pudo resistir la tentación (santa tentación al fin) de mirar hacia la tierra con los anteojos de Dios. Y fue ponérselos y caer en éxtasis. Todo se veía claro y real. Con esos anteojos se lograba ver la realidad profunda de todo y de todos sin la menor dificultad. Pudo mirar lo profundo de las intenciones de los políticos, las auténticas razones de los economistas, los sufrimientos de las dos terceras partes de la humanidad... . Todo estaba claro a los anteojos de Dios, como afirma la Biblia.

Entonces se le ocurrió una idea: trataría de ubicar a su socio de la financiera para observarlo desde esta situación privilegiada. No le resultó difícil conseguirlo. Pero lo agarró en un mal momento: en ese preciso instante, su colega estaba estafando a una pobre mujer viuda mediante un crédito bochornoso que terminaría de hundirla en la miseria. Y al ver lo que su socio estaba por realizar, sintió en su corazón un profundo deseo de justicia.

Nunca le había pasado algo así en la tierra. Pero claro, ahora estaba en el cielo. Fue tan ardiente este deseo de hacer justicia que, sin pensar en otra cosa, buscó debajo de la mesa el banquito donde Dios apoyaba sus pies, y revoleándolo por sobre su cabeza, lo lanzó a la tierra con muy buena puntería. Con semejante teleobjetivo el tiro fue certero: el banquito le pegó un formidable golpe a su socio tumbándolo allí mismo.

 

En ese momento se sintió en el cielo una gran algarabía: era Dios que retornaba con sus angelitos, sus santas, sus santos, sus confesores y mártires luego de un día de picnic realizado en los jardines externos. La alegría de todos se expresaba hasta por los codos, (del alma) haciendo una batahola celestial.

Nuestro amigo se sobresaltó. Como era pura alma... el alma no se le fue a los pies sino que se trató de esconder detrás del armario de las indulgencias. Esto no sirvió de nada porque a los ojos de Dios todo está claro.

Así es que Dios entró y lo llamó ante su presencia. Pero Dios no estaba irritado, gozaba de muy buen humor, como siempre. Simplemente le preguntó qué estaba haciendo.

La pobre alma trató de explicar que había entrado a la gloria porque estando la puerta abierta nadie le había respondido y él quería pedir permiso pero no sabía a quién porque en ese momento...

“No, no”. – Le dijo Dios -. “Está todo bien. Lo que quiero saber es lo que hiciste con mi banquito... el que uso para apoyar los pies...”

Reconfortado por la manera de ser de Dios el pobre tipo se fue animando y le contó que había entrado en su despacho, había visto el escritorio y los anteojos y que no había resistido la tentación de darle una miradita al mundo y que le pedía perdón por el atrevimiento y que...

 

“Todo está muy bien”, le dijo Dios. “No hay nada que perdonar. Mi deseo profundo es que todos los hombres sean capaces de mirar al mundo como Yo lo veo, en eso no hay pecado. Pero hiciste algo mas... ¿Qué hiciste con mi banquito de apoyar los pies?.”

Animado por Dios, nuestra alma le contó con gran entusiasmo todo lo que había sucedido, lo que había observado en su socio y el gran deseo de hacer justicia que había sentido, y que sin pensar en nada había manoteado el banquito y se lo había arrojado por el lomo...

“¡Ah, no!”. Volvió a decir Dios. “Ahí te equivocaste. No te diste cuenta que si bien te habías puesto mis anteojos, te faltaba tener mi corazón. Imagínate que si yo, cada vez que veo una injusticia en la tierra, me decidiera a tirar un banquito... no alcanzarían todos los carpinteros del mundo para abastecerme de proyectiles. ¡Hay que tener mucho cuidado con ponerse mis anteojos si no se está seguro de tener también mi corazón!.

¡Solo tiene derecho a juzgar el que tiene el poder de salvar!”.

 

Y Dios, poniéndole la  mano sobre el hombro, le dijo con afecto de Padre:

-"Regresa a la tierra, y en penitencia, durante cinco años reza esta oración:

Jesús, manso y humilde de corazón, dame un corazón semejante al tuyo”.

 

Y el hombre se despertó todo transpirado, observando por la ventana entreabierta que el sol ya había salido y que afuera cantaban los pájaros.

 

Hay historias que parecen sueños... y sueños que podrían cambiar la historia...

 

 

 

BESITO1.gif picture by estefaniacatardi2004



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: normis Enviado: 24/07/2009 10:24

GRACIAS POR ESTAR AQUI .

EXCELENTE MENSAJE.FELIZ FIN DE SEMANA.

"Un abrazo vale mil palabras. Un amigo más."


normis3.jpg picture by lorena_2009_2009_2009



 
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