Se va y se queda
No todo aquello que se va nos deja; se va el tiempo y se queda, y así el río, y en el alma afligida, su vacío es la huella de otra alma que se aleja.
Nunca quedamos solos; cada queja, lágrima, adiós, o despertar sombrío, nos proporciona un cierto poderío sobre ese olvido que nos acompleja.
¿Tememos recordar? Aún no se ha ido. ¿Queremos olvidar? Cada crujido de seda, de tarima, cada paso
resonando en la tarde soledosa torna el alma nostálgica y dudosa… En el fondo del fondo no hay fracaso.
Francisco Álvarez
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