La soberbia es una forma particular de la
discapacidad que suele afectar a gobernantes,
directivos, funcionarios, profesionales, etc.,
pero también a porteros, choferes de colectivos,
empleados públicos y a casi todos aquellos
infelices mortales que se encuentran de
golpe con una miserable cuota de poder.
Si hay algo entre los seres humanos, entre
otras muchas cosas, que es verdaderamente
repugnante, es la soberbia, hermana de la
arrogancia, primita de la altanería y descendiente
directa del egoísmo.
Hay quienes se creen que por haber nacido en
determinado lugar, tener algunas constataciones
legales, permisos burocráticos, títulos de cualquier
índole o algún que otro dinerito, u ocupar un
lugar de (les guste o no), transitorio poder,
se arrogan para sí el derecho de mirar de
soslayo a quienes no están en una posición
similar. Y a partir de allí obran diciendo
"Quien como yo", frase que por otra parte
no les pertenece, sino que es autoría de
Satanás que bien supo ganarse el cachetazo.
La soberbia es un desmedido deseo de gloria
y honores que lleva muchas veces a las personas
a cometer cualquier acto con tal de lograr un fin.
Es además el motor del que se vale el egoísmo
para avanzar a costa de cualquier precio
sin importar los esfuerzos ajenos.
En la vida te encontrarás con muchas situaciones
donde la soberbia es estandarte de muchas
personas, sin embargo ellas pueden decir que
solo se trata de elevar su autoestima, y para
muchos tener una autoestima alta es muy
importante. Pero una cosa es cuidar la
autoestima y otra es caer en la soberbia.
Quien cuida de su autoestima debe conocer
necesariamente lo que se llama humildad.
Y la humildad no es pobreza, la humildad
es una virtud cuando uno sabe construir un
jardín en la vida de todos con los pocos
elementos con que cuenta, ¿y qué otra tarea
más hermosa es sino darle a la vida un poco
de felicidad?. Para ello solo basta comenzar
con una sonrisa. Pues el mundo como nos
ha sido dado es para dejarlo mejor de lo que
lo encontramos y no peor.
Cuando reconozcas que el mundo no te pertenece,
cuando sepas que los sentimientos son puentes
que se elevan al cielo, cuando veas que tu
andar deja una huella, cuando comprendas
que de nada sirve la soberbia, entonces
comenzarás a andar en la luz de la vida.
Habrás creado algo para combatir la nada
y la pena del no ser, habrás hecho brillar
el rostro de quien te recordará por siempre
con una sonrisa en el alma.
© Miguel Angel Arcel