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General: LA PALABRA DIARIA MES DE SEPTIEMBRE
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| De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 01/09/2009 20:21 |
Martes
1 de septiembre del 2009
La gracia de Dios me refresca y renueva.
Gracia
Sin que se les pida, la lluvia refresca la tierra reseca, una madre atiende las necesidades de su hijo y el viento mueve a un velero sobre el agua.
Sin que se lo pida, la gracia divina vierte bendiciones sobre mí y me recuerda que soy un ser amado por Dios. La gracia provee pensamientos edificantes que me guían hacia mi mayor bien. Si siento desánimo, la gracia me da valor para comenzar de nuevo. Ella me ayuda a perdonarme y a perdonar a los demás, liberándome del peso del rencor.
Durante todos los días de mi vida, las bendiciones de la gracia de Dios me refrescan y renuevan.
“Todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia ... la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.”—2 Corintios 4:15
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De: Taty |
Enviado: 02/09/2009 00:01 |
Tatis que gusto leerte de nuevo y que grato que nos trae estas afirmaciones
que nos llenan de fortaleza,
besitos,
Taty |
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TATY
Miércoles
2 de septiembre del 2009
Acepto la abundancia de Dios que fluye en mí ahora.
Prosperidad
La tierra bíblica donde “fluye leche y miel” representa abundancia de todo bien y libertad espiritual para disfrutarlo. Representa una vida rebosante de bendiciones y de potencial divino.
La verdad es que vivo en una tierra donde “fluye leche y miel” aquí y ahora. Afirmo que en mi vida existe un fluir constante de bien. Mi prosperidad incluye la seguridad de que la salud, la sabiduría y la fortaleza son mías. Al reconocer esta verdad, mi espíritu cobra nuevo valor y entusiasmo.
Estoy consciente de que tengo el potencial divino para llevar la vida de mis sueños. Acepto la abundancia de Dios, la cual siempre fluye hacia mí y por medio de mí. Doy y recibo con gozo y gratitud.
“Nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel.”—Deuteronomio 26:9
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Jueves
3 de septiembre del 2009
Sirvo gozosamente a Dios y a los demás.
Empleo
Soy un ser espiritual y, por ende, no puedo ser definido por mi trabajo. Mas, estoy consciente de que cada labor que presto es un servicio a Dios y a los demás. Obro con integridad cuando cumplo con mis deberes. Dios me bendice con todo lo que necesito para hacer mi trabajo bien y disfrutar de prosperidad.
Siento agradecimiento por quienes me emplearon, por mis compañeros de trabajo y por mis clientes. Sé que cada uno de ellos es una expresión de Dios.
Al dar y recibir con gozo en mi lugar de trabajo, me convierto en una expresión poderosa del servicio de Dios en el mundo.
“Servid de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno haga, ese recibirá del Señor.”—Efesios 6:7-8
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