CUIDADO: LAS FALTAS PEQUEÑAS LLEVAN A LAS GRANDES
Algunos dicen: “Es que las faltas que cometo contra la castidad son pequeñas”. ¿De veras son sin importancia tus pecados? Pequeña es la mosca pero contamina la comida. Pequeña es la pulga pero puede no dejarte dormir y hacerte pasar muy malas noches. Pequeño es el zancudo, pero puede contagiarte de paludismo. Pequeña es una puntilla en el zapato, pero puede no dejarte subir a la montaña. Si quieres que no te legue el contagio del vicio impuro, tienes que evitar las pequeñas impurezas.
Recuerda que los hilos que ataban a Gulliver, cada uno era muy pequeño, pero entre todos obtuvieron que él, siendo tan grande, quedara esclavo de sus enemigos que eran tan enanos. Pequeños son los peces sanguijuelas devoradores del río Arauca, pero cuando un gran toro entra en las aguas del río, cada pececillo le va dando un mordisco y al poco tiempo el enorme animalote empieza a desangrarse y muere ahogado entre las aguas, quedando a disposición de sus pequeños asesinos. Eran pequeños pero eran muchos. Cada mordisco era poca cosa, pero sumados unos a otros lo desangraron. Así pasa con tantas personas que tenían fuerza de voluntad e inteligencia y preparación: dejaron que llegaran a su alma las pequeñas impurezas; ver, oír, tocar, sentir, desear, pensar... pequeñitas dosis, pero repetidas, y cuando menos pensaron se hundieron en el mar de la impureza.