|
CANCION OTOÑAL
Hoy siento en el corazón un vago
temblor de estrellas, pero mi senda se pierde en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas y el dolor de mi tristeza va mojando los
recuerdos en la fuente de la idea.
Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena, y no son las rosas blancas, que ha nevado
sobre ellas. Antes tuvieron el iris. También sobre el alma nieva. La
nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la
sombra o en la luz del que las piensa.
La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda, y la garra de los años hace un sudario con
ellas.
¿Se deshelará la nieve cuando la muerte nos lleva? ¿O
después habrá otra nieve y otras rosas más perfectas? ¿Será la paz con
nosotros como Cristo nos enseña? ¿O nunca será posible la solución
del problema?
¿Y si el amor nos engaña? ¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde en la verdadera ciencia del Bien que
quizá no exista, y del Mal que late cerca?
¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza, qué antorcha iluminará los caminos en la
Tierra?
¿Si el azul es un ensueño, qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón si el Amor no tiene flechas?
¿Y si la
muerte es la muerte, qué será de los poetas y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda? ¡Oh sol de las esperanzas! ¡Agua clara!
¡Luna nueva! ¡Corazones de los niños! ¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas y todas las
rosas son tan blancas como mi pena |