Comparto esta nota, vale la pena leerla
bendiciones
Mirta
Fatuidad
Cortesía de The Catholic Thing
por el Rev. P. James Schall, S.J.
"Cuando el aplauso surge en la liturgia debido a algún logro humano, es un signo claro de que la esencia de la liturgia ha desaparecido y ha sido reemplazada por cierta clase de entretenimiento religioso." S.S. Benedicto XVI
Un estudiante me preguntó recientemente si podia recomendarle alguna iglesia católica en el vecindario. El muchacho acababa de escuchar un sermón que en su opinión, justificaba el relativismo.
Con frecuencia oigo como los fieles comentan que su párroco o su vicario están "enfermos de importancia." La frase es lo suficientemente fuerte como para que cualquier sacerdote se ponga a pensar al escucharla. Los sacerdotes están allí in persona Christi y no para exponer sus encantos o calificaciones personales.
El sacerdote no está allí para llamar la atención a sí mismo. El no es el plato principal. Cuando pasan cosas así, especialmente si se le agregan ciertas deformaciones a la liturgia—la gente se marcha en busca de otra parroquia en la que no se enseñen cosas raras o donde el pastor no esté enfermo de importancia y donde la Misa siga las normas de la Iglesia.
En esto pensaba cuando leía unos comentarios del Cardenal Pell sobre la nueva traducción del misal (el Cardenal es el coordinador de esa tarea). Cuando oímos las palabras de la nueva traducción, de golpe nos damos cuenta lo nebulosas que son las que estamos usando ahora. Pero estamos acostumbrados a lo habitual. Hay gente a quien no le gusta el cambio. De ahora en adelante un "conservador" será uno que no desea cambiar el uso de la versión corriente, mientras que un "liberal" será el que gusta de la nueva versión.
Le preguntaron al Cardenal Pell sobre la posición que el sacerdote debiera adoptar durante la Misa. A él le parece que el sacerdote y los fieles debieran dar cara al oriente, mirando al Señor, el foco apropiado de atención. ¿Por qué? "Porque queda patentemente claro que el sacerdote NO es el centro del espectáculo y que la Misa es un acto de adoración del único Dios verdadero por parte de sacerdote y los fieles."
"El sacerdote NO es el centro del espectáculo"—una gran frase y una gran verdad.
Joseph Ratzinger demuestra este punto en su obra El Espíritu de la Liturgia: "Estar todos vueltos hacia el oriente durante la Plegaria Eucarística es algo que permanece esencial... Mirar al sacerdote no tiene importancia. Lo que importa es que miremos todos juntos al Señor." Un tambor mayor marcha dando la espalda a la banda porque les está mostrando el camino. Todos van en la misma dirección. Un director de orquesta le da la espalda al público porque tanto él como la audiencia desean escuchar algo que está más allá y enfrente de ellos mismos.
El Cardenal Pell agrega algo que nunca había visto subrayar antes. Si insistimos, como muchos seguramente insistirán, en que el sacerdote de la Misa mirando a la congregación de fieles, un Crucifijo debiera estar ubicado siempre entre el sacerdote y los fieles como recordatorio a ambos de Quien es verdaderamente el centro de atención.
El sacerdote está tentado a convertirse en actor. A más de uno le sale bien. Ratzinger dice, sin embargo, que en el altar el "sacerdote debe decrecer para que el Señor aumente" refiriéndose a las palabras de Juan el Bautista registradas en Juan 3, 30.
Las siguientes palabras de Ratzinger nos deben recordar constantemente que hay razón para guardar "silencio" en la iglesia. "Cuando el aplauso surge en la liturgia debido a algún logro humano, es un signo claro de que la esencia de la liturgia ha desaparecido y ha sido reemplazada por cierta clase de entretenimiento religioso." No vamos a Misa para que nos entretengan, o para ver una linda función, sino para adorar a Dios. Este respetuoso temor en la presencia del Todopoderoso debe rodear al sacerdote, los músicos y la congregación de los fieles.
El Cardenal Pell también tocó un tema que, a mi juicio, es de gran importancia. En la encíclica Ecclesia de Eucharistia, entre otras obras, S.S. Juan Pablo II especifica que ni el sacerdote, ni la Misa, existen en función de la comunidad. Sin la Misa, sin integridad en la Misa, la comunidad no existe. La comunidad no ordena a sus ministros. La Iglesia no es un club, un lugar de encuentro o un partido político.
Todos los ministros en la Iglesia dan testimonio de la verdad que se expresa en el Credo. Es por eso que el Credo debe ser pronunciado cada domingo. Debe iniciarse. como en el latín y el griego con "Yo creo". Estamos en Misa atestiguando nuestra afirmación personal de que entendemos lo que declaramos. Profesamos una religión que puede ser entendida inteligentemente.
En la Misa, nos llenamos del Señor y no de nosotros mismos. Lo que hace a la comunidad es la Misa y no lo contrario. El sacerdote no es un actor. Es un sacerdote. Es un nexo con algo que está más allá de él mismo. Es un siervo. Se atiene a seguir lo que dicen los libros literalmente. No los escribe. Junto con su gente alaba al Padre por el Hijo en la unidad del Espíritu Santo, a Quien él adora junto con los fieles. Esta adoración es lo que ocurre en la Misa. Ni más, ni menos.
Datos
El Padre James Schall, S.J., es profesor en la Universidad de Georgetown en Washington DC y uno de los escritores católicos más prolíficos en los Estados Unidos. ©2009 The Catholic Thing. Derechos Reservados. Traducido por Carlos Caso-Rosendi
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