UNA ORACIÓN A MARÍA
Juan Pablo II
Madre, como el apóstol Juan, nosotros queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27), para aprender de ti a ser como tu Hijo. ¡"Mujer, aquí tienes a tus hijos"!. Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus cuidados maternos a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero. Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida. Acógelo por nosotros y con nosotros, como en la primera comunidad de Jerusalén, reunida en torno a ti el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14). Qué el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor, guíe a las personas y las naciones hacia una comprensión recíproca y hacia un firme deseo de paz. Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido, a las personas que no tienen trabajo y a las que padecen hambre o enfermedad. Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza. Oh Madre, que conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que, por el esfuerzo de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz. A ti, aurora de la salvación, confiamos nuestro camino en este nuevo Milenio, para que bajo tu guía todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
(*) Fragmentos de la Oración elevada al Inmaculado Corazón de María, por el Santo Padre Juan Pablo II.
