Desde el 25 de diciembre de hace quién sabe cuántos años en que nuestros antiguos antepasados observaban el cielo y advertían que el sol
llegaba a su punto más bajo en el horizonte y desde ese día los días
empezaban a hacerse más largos, se festeja de incontables formas esta
fecha tan especial. El cristianismo, desde los tiempos del imperio
romano, lo llama “el nacimiento de Jesús” y quizás
esto guarde relación con los festejos precedentes que alababan al sol
que renacía trayendo nuevos tiempos de fertilidad al campo.
Horus para los egipcios, Dionisios para los griegos, Saturnopara
los romanos… y yendo un poco más lejos Shiva para los hindúes. El
sol siempre fue llamado con distintos nombres como los mencionados
arriba y si seguimos todavía quedan Mistra en Persia, Huitzilopochtli
en Tenochtitlan, Frey para los germánicos, Inti para los incas, Krhisma, Helios, Apolo y hasta Jesucristo.
Todos los dioses, de una u otra manera, nacían en el solsticio de
invierno. Finalmente, la navidad quedó asentada como la conocemos hoy
entre los años 350 y 360 en las fechas en que los romanos festejaban el
“nacimiento del sol invicto”.
Hasta aquí la historia y ahora el mito.
Se cree que Santa Claus fue probablemente un obispo
turco del siglo IV, su leyenda se habría extendido por Europa en la
edad media y habría llegado finalmente a New York en alguno o varios de
los barcos que llegaban como olas desde el siglo XVII cargados de
holandeses. La leyenda se volvió mítica con la invención de dos
escritores neoyorquinos y una verdadera creación a través del increíble
poder propagandístico de Coca Cola. Así volvió a Europa la nueva
leyenda convertida en mito y probablemente un hito histórico en el
siglo XIX o XX, y el personaje que antes viajara en barco volvió en su
trineo por Inglaterra primero y después por el resto de Europa.
En sus viajes por el mundo, la Navidad fue juntando
costumbres. Cuando Santa Claus llegó a Francia se fusionó con Bonhomme
Noël, hecho por el cual en muchos lugares se lo conoce como Papá Noel.
De paso por Alemania de encontró con la antigua tradición germánica que
adoraba a Frey decorando un árbol que simbolizaba el Universo en cuya
punta estaba el palacio de Odín y la morada de los dioses.
A lo largo de los países nórdicos Santa Claus resultó volar en su
trineo tirado por ocho renos inspirado por el mitológico caballo de
ocho patas que montaba Odín.