La herida de los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 sigue
abierta en el corazón de los españoles y así se encargaron hoy de
recordarlo en pleno la clase política y las víctimas supervivientes de
ésta y otras tragedias del terrorismo.
Seis años después de la masacre que dejó 192 muertos y cerca de dos
mil heridos con ataques con bomba a cuatro trenes de cercanías de
Madrid, el 11-M fue conmemorado con llamadas a la unión contra
el terrorismo por parte de los grupos políticos y con la demanda de las
víctimas para que los crímenes de esta índole no prescriban.
"En el corazón de los españoles sigue abierta aquella herida", afirmó el
presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, al leer una
declaración institucional ante el pleno de esta cámara baja del
Parlamento reunido en homenaje a las víctimas del 11-M.
Esta conmemoración estuvo encabezada por el presidente del Gobierno
español, José Luis Rodríguez Zapatero, y su Ejecutivo, los diputados,
autoridades locales de Madrid y miembros de la judicatura española,
entre otros.
"No hay ni izquierdas ni derechas que valgan en la unidad contra el
terror y desde aquí os prometemos a todos que estamos juntos hasta
vencerlo", aseveró Bono.
El recuerdo de quienes sufrieron la violencia terrorista, continuó Bono
leyendo la declaración, "nos salva y protege de un segundo crimen, que
sería el del olvido".
"No hay terrorista bueno ni pueblo que sea digno si ese pueblo es capaz
de convivir y acoger a esa maldita especie", agregó.
Los diputados aprovecharon para designar un Día de las Víctimas del
Terrorismo que reafirme el consenso político contra el terror que hoy se
encargaron de expandir las paredes del Congreso.
Para ello eligieron la fecha del 27 de junio, en recuerdo de la muerte
ese mismo día, pero de 1960, de la primera víctima de la organización
terrorista ETA.
"Todo el mundo debe saber, nadie debe ignorar ni en España ni fuera de
España que la primera víctima de ETA fue una niña de 22 meses (Begoña
Urroz), que hoy tendría 52 años", dijo el presidente del Congreso.
A la par que el Parlamento recogía el homenaje oficial, en los
escenarios de la tragedia y en aquellos espacios que hace seis años se
convirtieron en altares improvisados del dolor popular, las víctimas y
sus familiares insistieron en que el terrorismo es un crimen que no
puede prescribir.
Una de estas múltiples conmemoraciones, divididas según la adscripción
política de los organizadores, tuvo lugar en el llamado "Bosque del
recuerdo" del madrileño parque de El Retiro, erigido en recuerdo de las
víctimas y donde hoy decenas de flores blancas fueron prendidas en los
192 cipreses y olivos plantados en memoria de las víctimas.
"Para evitar la impunidad hay que lograr que el terrorismo no prescriba"
, dijo la vicepresidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo,
Ángeles Pedraza.
E insistió en la necesidad de que los Estados aúnen sus fuerzas para
evitar que algunos países se conviertan en santuarios del terrorismo,
con leyes más contundentes "donde no haya resquicio para la prescripción
de los delitos" y que hagan saber a los terroristas que "ni aquí ni en
ningún otro lugar podrán evitar la Justicia".
No muy lejos, en la estación de Atocha, uno de los epicentros de los
ataques con bomba del 2004, hubo otra ofrenda floral organizada por
grupos sindicales junto a asociaciones de víctimas más cercanas a la
izquierda.
"Faltan 192 ciudadanos (...) y los sindicatos solamente intentamos
acompañar, consolar y mostrar nuestro afecto a las familias de las
víctimas", dijo el líder sindicalista José Ricardo Martínez.
Otro acto emotivo tuvo lugar en la tarde de nuevo en el Congreso de los
Diputados, donde, con la asistencia de las principales asociaciones de
víctimas, se procedió a leer los 192 nombres de los muertos en las
explosiones y los 31 artículos de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
El martes pasado, como preámbulo de las conmemoraciones de este 11M, se
inauguró en Madrid el llamado "Archivo del Duelo", una recopilación de
más de 70 mil piezas con las que ciudadanos privados reaccionaron y
depositaron en improvisados altares en aquellos días de dolor que
siguieron a los atentados.
El archivo reúne poemas, letras de canciones, muestras de iconografía
religiosa, mensajes electrónicos, pintadas en prendas de ropa y papel, y
otros objetos recopilados en los escenarios de los ataques, muchísimos
de ellos coincidentes en dos de los mensajes que más se oyeron en esas
jornadas: "Paz" y "Todos íbamos en ese tren".