Me arropo en los recuerdos
de la noche de la partida,
pero hoy no siento frío,
porque me cubre la satisfacción
de sentir lo vivido.
Entre fronteras de vientos
está la existencia,
mientras yo divago aquí,
con mi conciencia.
Estoy desnuda en este silencio
de presentirte cerca
cuando estás tan lejos.
Me alimenta la esperanza
de saber que existimos
que gozamos y que sentimos
no sólo por sentir las cosas nuestras,
porque hay más en un cuerpo vivo
que lo nutre la sensación de libertad.
Tú naciste para mirar al hombre libre,
al aire juguetear en un rostro,
lleno de sonrisa y matices,
al mar contemplarlo
en su inmensidad
y sin fronteras,
al niño que mama
y la leche
la digiere
con sabor a luna llena.
Yo estoy desnuda si,
ante el silencio
de tantas inmundicias,
antes este mundo
despreciable y sin justicia.
¡el manto blanco me he de poner!
¡cuando el mundo se vista de orgullo!
y
¡con una mirada digna, lo podamos ver!