La hidratante de tu alma es la oración.
Si no hidratas la piel de tu rostro, se marchita.
Así, si no oras,tu alma se reseca.
Pero a medida que confías en Dios,
el afán y la ansiedad desaparecen,
y aprendes a reposar y esperar en el Señor.
La tonificante de tu alma es la alabanza.
Cuando alabas a Dios y vuelves a Él tus
pensamientos , cuando te olvidas
de ti mismo, sin egoísmo en tu
corazón, quedas libre para
que Dios ponga en ti su gozo.
La nutritiva de tu alma es la Palabra.
Así como en lo físico no puedes vivir sin
alimentos, tu alma necesita el alimento
de la Palabra de Dios.
Cuando te alimentas
con la Palabra, la debilidad y
la confusión desaparecen.
Serás como árbol plantado junto
a corrientes de agua.
El protector de tu alma es la coraza de la Fe.
Con la Fe te protegerás de las inclemencias
de la vida, mirarás por encima de las
circunstancias y pasarás victoriosa
en medio de las pruebas.
A través de ti, Dios moverá montañas y
alcanzarás a otros para gloria de Dios.
Si usas a diario estos productos de belleza,
tu alma se mantendrá limpia y tu corazón
será puro. Te saciarás de bien,
de modo que te rejuvenezcas
como el águila
d.a.
BENDICIONES