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Alzar
Para los pueblos de antaño, los ciclos de la agricultura marcaban los tiempos de la sociedad. En tiempos de siembra, todo el pueblo colaboraba para limpiar y sembrar. Ellos sabían que su alimentación dependía que la cosecha fuera abundante. Y tras los meses de crecimiento, cuando llegaba el tiempo de la cosecha, todos corrían contra reloj. No se podía dejar pudrir la cosecha. Y lo que no se levantaba a tiempo, se echaba a perder.
Cuando la cosecha está madura, hay que correr para levantarla. Después habrá tiempo para descansar, para enfermarse, para dormir o para divertirse. Lo urgente y lo importante se juntan al momento de la cosecha. No se podía pensar en otra cosa. Era vital. Tanto que los del pueblo se ayudaban mutuamente a levanta la cosecha. Y si algún campo terminaba antes, no le daba asueto a sus jornaleros. Los enviaba al campo vecino para ayudar con esa cosecha.
Para los discípulos que eran pescadores, esta era una realidad cotidiana. Seguramente, más de una vez habrán tenido que dejar las redes para tomar la hoz y guadañar los sembrados. Siempre hacían falta manos para levantar la cosecha. Jesucristo les hablaba en un lenguaje que ellos comprendían perfectamente. Y con su maestría celestial, los lleva a pensar en la cosecha divina.
Dios también tiene un campo para sembrar. El mundo entero es su cosecha. Pero dicho de esta manera, parece demasiado lejano. Tu casa es la cosecha de Dios, tu lugar de estudio es la cosecha de Dios, tu trabajo es la cosecha de Dios, tus amigos del barrio son la cosecha de Dios, tus compañeros del club son la cosecha de Dios, tus contactos de facebook son la cosecha de Dios.
Y nuevamente Jesucristo vuelve a recordarnos, ¡que la cosecha ya está madura! Ya está lista para ser levantada, hay poco tiempo. Y nosotros seguimos perdiendo el tiempo. En vez de comprender la urgencia y la prioridad de Dios para levantar la cosecha, seguimos mirando nuestro ombligo, nuestra comodidad y nuestros intereses mezquinos.
Es tiempo de levantar la mirada, y ver la urgencia del cielo. Los campos de la tierra están maduros, queda poco tiempo. Y es necesario que hagas tu parte en la cosecha. Mirando para el costado, no vas a lograr nada.
REFLEXIÓN — Alzá la mirada.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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