Lecturas: Martes 5 de Octubre, 2010
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (1, 13-24)
Hermanos: Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla. Deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas.
Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días.No vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.
Después me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de manera que las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente. Lo único que habían oído decir de mí era: "El que antes nos perseguía, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir", y glorificaban a Dios por mi causa.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 138
Condúceme, Señor, por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Condúceme, Señor, por tu camino.
Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas.
Condúceme, Señor, por tu camino.
Conocías plenamente mi alma, no se te escondía mi organismo, cuando en lo oculto me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
Condúceme, Señor, por tu camino.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra.
Marta, entre tanto, se afanaba en diversos que haceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el que hacer? Dile que me ayude".
El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Sobre las Lecturas de Hoy...
El evangelista Lucas nos presenta el alcance histórico del discipulado: el seguir a Jesús es abierto para hombres y mujeres. Este es uno de los sentidos profundos del texto que leemos hoy. En él se destaca la universalidad de la misión de Jesús. Es lógico que si miramos este pasaje fuera de su contexto podemos llegar a consideraciones anacrónicas, injustas y no evangélicas. Jesús está actuando radicalmente en contra todo legalismo destructor de la integralidad humana, se muestra en total libertad para deslegitimar tres normas cultuales de su tiempo: Jesús se encuentra solo con mujeres que no pertenecen a su familia; una mujer le muestra su hospitalidad; Jesús enseña a una mujer en su propia casa. Las actitudes contraculturales de Jesús están configurando las exigencias que implica seguirlo: formar una comunidad donde cada ser humano que la conforma, tenga su lugar y tarea; una comunidad creyente y creíble que ponga en práctica la solidaridad, la hospitalidad y el servicio que dignifique; una comunidad discipular con los oídos bien atentos a la escucha y al servicio de la palabra de Dios manifestada en la historia; una comunidad eclesial, que reconozca el discipulado activo de toda persona; en definitiva, un discipulado sin actitudes patriarcales, excluyentes, ni misóginas. Pero todavía hay más en el texto de hoy. Lucas hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la palabra: éste es el objetivo central del texto, lo que Lucas quiere inculcar en sus lectores. La temática no es nueva. Ha aparecido ya en Lc. 6, 46-49, en Lc. 8,15 y 8,21. En estos textos se habla de escuchar y de poner en práctica lo escuchado. Hoy se insiste sólo en lo primero, en la escucha, a la que se califica de parte mejor y de la que no se puede prescindir si se quiere ser discípulo de Jesús.