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General: LECTURAS SABADO 16 Y DOMINGO 17
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Asesino de Corazones  (Mensaje original) Enviado: 17/10/2010 00:05

Lecturas: Sabado 16 y Domingo 17 de Octubre, 2010:

Lecturas: Sabado 16 de Octubre, 2010

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (1, 15-23)

Hermanos: Me he enterado de su fe en el Señor Jesús y del amor que demuestran a todos los hermanos, por lo cual no dejo de dar gracias por ustedes, ni de recordarlos en mis oraciones, y le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de reflexión para conocerlo.

Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.

Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual, sino también del futuro. Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Salmo 8

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! Tu grandeza sobrepasa los cielos y hasta los niños de pecho te dan alabanza perfecta.

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies.

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (12, 8-12)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.

A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Sobre las Lecturas de Hoy...

La recompensa del discipulado es valiosa: los seguidores de Jesús que sean fieles a Jesús, el Maestro, recibirán su apoyo como Hijo del Hombre ante las adversidades. Los seguidores y amigos de Jesús no deben tener miedo, dado que la asistencia de Dios se hace manifiesta donándoles la libertad y valentía interior a través del Espíritu Santo. De tal manera que la tarea de los discípulos no es luchar contra los que no creen en Jesús, sino dar testimonio creíble de su presencia entre la humanidad. Sin embargo, es necesario apostar y luchar por el proyecto que Jesús amó y llevó hasta las últimas consecuencias. La actitud crítica de Jesús contra los que se creen dueños del poder radica en la hostilidad contra la fuerza liberadora y salvadora de Dios, su Espíritu. Jesús desenmascara toda pretensión de seguimiento ambiguo, incoherente; de un seguimiento que no crea en la posibilidad de que el reinado de Dios se construya en este mundo totalmente otro por medio de principios tan fundamentales como el de la justicia, la dignidad y el reconocimiento de los derechos y deberes humanos. Es preciso tomar conciencia que hacerse discípulo de Jesús implica necesariamente asumir el conflicto, compartir su causa y destino.

Lecturas: Domingo 17 de Octubre, 2010

Primera Lectura

Lectura del libro del Exodo (17, 8-13)

Cuando el pueblo de Israel caminaba a través del desierto, llegaron los amalecitas y lo atacaron en Refidim. Moisés dijo entonces a Josué: "Elige algunos hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana, yo me colocaré en lo alto del monte con la vara de Dios en mi mano".

Josué cumplió las órdenes de Moisés y salió a pelear contra los amalecitas. Moisés, Aarón y Jur subieron a la cumbre del monte, y sucedió que, cuando Moisés tenía las manos en alto, dominaba Israel, pero cuando las bajaba, Amalec dominaba.

Como Moisés se cansó, Aarón y Jur lo hicieron sentar sobre una piedra, y colocándose a su lado, le sostenían los brazos. Así, Moisés pudo mantener en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a los amalecitas y acabó con ellos.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Salmo 120

El auxilio me viene del Señor.

La mirada dirijo hacia la altura de donde ha de venirme todo auxilio. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

El auxilio me viene del Señor.

No dejará que des un paso en falso, pues es tu guardián y nunca duerme. No, jamás se dormirá o descuidará el guardián de Israel.

El auxilio me viene del Señor.

El Señor te protege y te da sombra, está siempre a tu lado. No te hará daño el sol durante el día ni la luna, de noche.

El auxilio me viene del Señor.

Te guardará el Señor en los peligros y cuidará tu vida; protegerá tus ires y venires, ahora y para siempre.

El auxilio me viene del Señor.

Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3, 14-4, 2)

Querido hermano: Permanece firme en lo que has aprendido y se te ha confiado, pues bien sabes de quiénes lo aprendiste y desde tu infancia estás familiarizado con la Sagrada Escritura, la cual puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación.

Toda la Sagrada Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para reprender, para corregir y para educar en la virtud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté enteramente preparado para toda obra buena.

En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, te pido encarecidamente, por su advenimiento y por su Reino, que anuncies la palabra; insiste a tiempo y a destiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y sabiduría.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (18, 1-8)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ".

Dicho esto, Jesús comentó:

"Si así pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?"

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Sobre las Lecturas de Hoy...

Vigesimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C Jesús propuso esta parábola para invitar a sus discípulos a no desanimarse en su intento de implantar el reinado de Dios en el mundo. Para ello deberían ser constantes en la oración, como la viuda lo fue en pedir justicia hasta ser oída por aquél juez que hacía oídos sordos a su súplica. Su constancia, rayana en la pesadez, llevó al juez a hacer justicia a la viuda, liberándose de este modo de ser importunado por ella. No andamos dejados de la mano de Dios. Por la oración sabemos que Dios está con nosotros. Y esto nos debe bastar para seguir insistiendo sin desfallecer. Lo importante es la constancia, la tenacidad y sobre todo lo que mueve todo: fe sincera.

Tal y como lo describe la primera Lectura, Moisés tuvo esa experiencia. Mientras oraba, con las manos elevadas en lo alto del monte, Josué ganaba en la batalla; cuando las bajaba, esto es, cuando dejaba de orar, los amalecitas, sus adversarios, vencían. Los compañeros de Moisés, conscientes de la eficacia de la oración, le ayudaron a no desfallecer, sosteniéndole los brazos para que no dejase de orar. Y así estuvo -con los brazos alzados, esto es, orando insistentemente-, hasta que Josué venció a los amalecitas. De modo ingenuo se resalta en este texto la importancia de permanecer en oración, de insistir ante Dios.

En la segunda lectura Pablo también recomienda a Timoteo ser constante, permaneciendo en lo aprendido en las Sagradas Escrituras, de donde se obtiene la verdadera sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. El encuentro del cristiano con Dios debe realizarse a través de la Escritura, útil para enseñar, reprender, corregir y educar en la virtud. De este modo estaremos equipados para realizar toda obra buena. El cristiano debe proclamar esta palabra, insistiendo a tiempo y a destiempo, reprendiendo y reprochando a quien no la tenga en cuenta, exhortando a todos, con paciencia y con la finalidad de instruir en el verdadero camino que se nos muestra en ella.

Orar siempre y sin desfallecer. Y esto porque la oración en el hombre de fe equivale a la respiración que nos conserva vivos. Sin la oración el hombre fácilmente es presa del pecado y muere para Dios. Por eso incluso nuestra vida ordinaria debe convertirse en una continua alabanza del Nombre de Dios. Y hemos de ser constantes en la oración, a pesar de que sabemos que Dios sabe lo que necesitamos aún antes de que se lo pidamos. Pidámosle su Espíritu Santo; roguémosle que nos perdone y nos justifique para que seamos dignos hijos suyos. Ojalá y nos mantengamos firmes en la fe para que podamos permanecer de pie cuando venga el Hijo del hombre, encontrándonos en vela y oración trabajando por su Reino.

El Señor nos convoca y nosotros hacemos caso a su llamado reuniéndonos en la Acción Litúrgica para celebrar la Eucaristía, Memorial de su Pascua. ¿En verdad venimos con fe? Este momento es el momento culminante de la oración del cristiano. Hasta aquí nos han traído nuestras esperanzas e ilusiones; y desde aquí ha de partir nuestro trabajo para lograr un mundo renovado en Cristo, en su amor, en su paz. Ojalá y no vengamos sólo para pedirle que llene nuestras manos de bienes materiales, o de poder terreno; sino para pedirle que nos conceda la Sabiduría necesaria para utilizar los bienes temporales sin olvidar los del cielo. Roguémosle especialmente que nos haga justos, para que libres de nuestros pecados podamos manifestarnos, con toda claridad, como hijos de Dios. Igual que todas las personas, los cristianos seguimos insertos en el mundo cumpliendo con nuestros deberes diarios, poniendo el mejor de nuestros esfuerzos para darle su verdadera dimensión a la vida terrena. Sin embargo, sabiendo que pisamos la tierra y que trabajamos responsablemente en ella, no nos olvidemos de tener la mirada puesta en el Cielo. Así, no sólo nos preocuparemos por llevar a nuestro mundo a su plena realización, sino que, guiados por nuestra fe en Cristo e impulsados por la presencia de su Espíritu Santo en nosotros, nos esforzaremos decididamente por hacer realidad entre nosotros, ya desde esta vida, el Reino de Dios para que llegue a nosotros con toda su fuerza. Esto requiere de nosotros una continua conversión para caminar, no conforme a los criterios mundanos, sino conforme a los criterios de Dios. Aunado a la conversión debe estar en nosotros el espíritu de comunión , que nos ayude a permanecer firmemente anclados en el amor a Cristo y en el amor fraterno, aceptando libre, pero responsablemente, todas sus consecuencias. Y, finalmente, hemos de vivir la solidaridad con nuestro prójimo, tanto haciendo nuestros sus dolores, esperanzas y sufrimientos para remediarlos, como convirtiéndonos en colaboradores, junto con todos los hombres de buena voluntad, en la construcción de un mundo más fraterno, más maduro en la paz y más solidario en la justicia social.

Roguémosle a nuestro Dios y Padre, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de esperar la gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo, trabajando a favor de su Evangelio para que su Reino esté en nosotros, y se manifieste desde nosotros con signos de justicia, de amor y de paz.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Taty Enviado: 18/10/2010 19:58
Muchas gracias por compartir!!,
feliz semana,
 
Taty


 
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