Cuando eres olvidado o despreciado,
o deliberadamente dejado a un lado,
y tú sonríes por dentro gloriándote en el insulto
o el desprecio,
ERES UN VENCEDOR.
Cuando puedes sobrellevar cualquier discordia,
cualquier exceso y cualquier disgusto,
y estás contento con cualquier comida,
cualquier prenda de vestir, cualquier clima,
cualquier sociedad, cualquier soledad,
cualquier interrupción,
ERES UN VENCEDOR.
Cuando se habla mal del bien que haces,
o cuando tus deseos son resistidos,
tus gustos ofendidos, tu consejo descartado,
tu opinión ridiculizada, y lo soportas todo
con paciencia y en amoroso silencio,
ERES UN VENCEDOR.
Cuando no te importa el referirte a ti mismo
en la conversación, o recordar
tus propias obras buenas, o sentir comezón
después de un elogio; cuando verdaderamente
puedes agradarte en "ser desconoci do",
ERES UN VENCEDOR.
Dios no te prometió días sin dolor,
risa sin tristeza, ni sol sin lluvia.
Pero Él sí te prometió fuerzas para cada día,
consuelo para las lágrimas,
y luz para el camino.
Porque Dios te hizo...
DIOS TE HIZO...
Dios te hizo diferente, no indiferente.
Dios te hizo extraordinario, no ordinario.
Dios te hizo significante, no insignificante.
Dios te hizo competente, no incompetente.
Dios te hizo, compatible, no incompatible.
Dios te hizo activo, no inactivo.
Dios te hizo indispensable, no prescindible.
Dios te hizo perfecto, no defectuoso.
Dios te hizo apto, no inepto.
Dios te hizo distinto, no indistinto.
Dios te hizo adecuado, no inadecuado.
Dios te hizo eficiente, no ineficiente.
Dios te hizo superior, no inferior.
Dios te hizo responsible, no irresponsable.
Dios te hizo solvente, no insolvente.
Dios te hizo sensato, no insensato.
Dios te hizo eficiente, no deficiente.
Dios te hizo constante, no inconstante.
Dios te hizo perspicaz, no malicioso.
Dios te hizo irresistible, no resistible.
Dios te hizo sensible, no insensible.
Dios te hizo extraordinario, no común.
Dios te hizo decidido, no indeciso.
Dios te hizo original, no una copia.